20 jun. CI.- George Carlin fue un humorista, monologuista, actor y figura de la contracultura que fomentó una crítica del estilo de vida estadounidense en sus aspectos económicos, sociales y políticos. Se convirtió así en una de las principales figuras de la contracultura. Defendió la verdad desde la astucia retórica supo señalar la realidad que muchos asumimos en silencio o que ignoramos por el temor de aceptar conscientemente. Murió el 22 de junio de 2008.
Por Andrés Ruiz*. Conocido sobre todo por su monólogo “Siete Palabras que no se pueden decir en televisión”, el cual fue grabado en su disco de 1972 Class Clown. “Todo lo que hacen para mantenernos peleando para que ellos puedan seguir yendo al banco”, dijo en una de sus presentaciones refiriéndose a las estrategias de las clases dominantes para mantener su hegemonía cultural sobre el resto del mundo.
Hablar de política y reírnos
Entre los temas más polémicos está la Política. En ella hay dificultades que se pueden “resolver” en la privacidad y otras que, por la propia construcción de la especie, con los procesos de la historia necesitaron maneras un tanto más complejas: elecciones, representatividad y gobierno.
Pensará alguno que todo esto nunca debió ser necesario (y desde cierta perspectiva, lo es), pero ciertamente estos modelos son las condiciones humanas que se han establecido y que, en todo caso, han estado permeadas por hegemonías e influencias. Por esta razón sencilla (aunque no siempre obvia) no hemos alcanzado una cultura y evolución con la que seamos capaces de convivir entre nosotros sin la mediación de una figura de autoridad, que marque los límites pero quizá sobre todo que nos permita asumir con una mirada crítica nuestras propias decisiones.
En cierto sentido, ese es el fundamento de la política moderna: dar nuestra autonomía, nuestra libertad y, con ellas, el criterio que implica afrontar las decisiones y las consecuencias que salen de nuestras apreciaciones, percepciones y acciones. Más simple que ser libres es aceptar que alguien más elija por nosotros.
En definitiva, los fragmentos evidencian un contexto, uno en el que en Estados Unidos, el Stand-up concibió o dio lugar a opiniones que generalmente se presentan como incómodas y que pocos se atreven a manifestar. Dicho de otra manera, se fundamentó como un humor que recurre a la reflexión del público, al reto de confrontar los pensamientos corrientes, a poner en duda las creencias establecidas y las mínimas “elecciones” que se poseen.
Actualmente este tipo de shows se han limitado a la moda, y ciertamente los humoristas que participan suelen ser lo contrario a George Carlin. Desde la Grecia antigua, reír fue una forma de reflexionar sobre la existencia; como habitantes de este lugar efímero, quizá no deberíamos conformarnos con menos que eso.
*Andrés Ruiz es estudiante de Comunicación Social en la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior -CUN- y corresponsal de Colombia Informa Bogotá.
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