5 ago, CI.- El problema del agua en Barrancabermeja (Santander) viene de atrás y pasa como con el petróleo: de ser una bondad que la naturaleza le regala a esta tierra, se convierte en una fuente de conflictos para la mayoría y de rentabilidad económica para unos cuantos.

Por Catalina Silva, Sergio Andrés Suárez y Juan Camilo Ariza.* Hacia la década de 1960 el agua llegaba embarrada a la ciudad y la gente le tenía que echar alumbre para aclararla. Por esta y otras razones se realizó un paro del 20 al 22 de mayo de 1963. Uno de sus nefastos resultados fue la muerte de un niño. La población se enfureció, porque el Ejército no entregaba su cuerpo, y se desató una batalla campal. Cuando entregaron el cuerpo, la comunidad hizo el entierro y la Avenida 28 se bautizó con el nombre del niño: Alfonso Sánchez.

Para el año 1975, de nuevo la ciudadanía lanzó un paro con el objetivo de exigir un mejor sistema de acueducto. El tiempo seco provocó que se secara el Caño Cardales – donde quedaba la bocatoma – y la Empresa Acuasur (nombrada popularmente Acuasucia) optó por tomar el agua de la Ciénaga Juan Esteban. En esa ciénaga desembocaban varias alcantarillas, pero eso no impidió que Acuasur suministrara su agua a la población. Esto ocasionó indignación en la población y se gestaron dos paros seguidos: uno el 20 de enero y otro que duró los días 10, 11 y 12 de febrero.

Ríos de gente se congregaron en el Parque Infantil (que bautizaron como “Parque del Pueblo”) para la organización de estos paros. Luego de varias negociaciones, que incluyeron la visita del Gobernador y el viaje de una delegación a Bogotá, la multitud acorraló a la policía en el sitio conocido como As de copas. Solo a través de la intervención del Padre Ignacio León Rosero los uniformados salieron en medio de una calle de honor y silencio organizada por los manifestantes.

Barrancabermeja, febrero 1975

Los paros que continuaron

Durante la época de los Setenta, Barrancabermeja acumuló una valiosa experiencia política gracias a la presencia de organizaciones de base que apoyaron la lucha por la vivienda y las huelgas petroleras. En particular, la huelga de 1977 declinó la cesión de activos petrolíferos e industriales de Ecopetrol al capital estadounidense.

La historia de los paros y el agua continuó durante los años ochenta: ahora la bocatoma ya está en la Ciénaga San Silvestre y ahí permanece hasta el presente, pero aún se reclama lo que en aquella época decía el Frente Amplio del Magdalena Medio -FAM- : “Barranca reclama una relación digna con Ecopetrol”. En 1983 la empresa arrojaba 10 mil barriles diarios de aguas residuales a la Ciénaga San Silvestre. De manera adicional, un muro de contención acumulaba materia orgánica que aumentaba la contaminación y además, la empresa que administraba el acueducto hacía reajustes a las tarifas hasta de un 100% según lo afirmaba Leonardo Posada en el “Periódico VOZ”.

La década continuó convulsionada y el 13 de abril de 1983 tuvo lugar otro paro por el agua, en el mismo mes de mayo. Habitantes del barrio Cincuentenario, después de 12 días sin agua, se congregan en la zona del Tiburón y montaron una monumental barricada. Otros barrios también se solidarizaron con la manifestación. Se logró que la empresa restableciera el servicio.

A mediados de la década de los Ochentas, el Estado desató una persecución en contra de varios dirigentes populares. El 22 y 23 de abril de 1987 se desarrolló el primer Paro por la Vida en la historia de la ciudad. La manifestación pacífica fue acatada por el Ejército y, en medio de la confusión, el grito de “Vamos a quemar Emposan” (empresa encargada del servicio de acueducto) provocó que estas instalaciones fueran casi destruidas.

La falta de cuidado del agua es desde siempre un problema regional. Aunque es un bien de la naturaleza, se pierde con la degradación ambiental y con las actividades continuas de la industria del petróleo en esta región. Por solo mencionar un ejemplo, en 1987 Ecopetrol provocó la destrucción de 6.000 hectáreas de bosque nativo y 12 ciénagas del Río Cimitarra en inmediaciones de Yondó (Antioquia) y Cantagallo (Bolívar).

El problema del agua continúa en la actualidad

La empresa que maneja el acueducto se llama desde el año 2005 “Aguas de Barrancabermeja”. Esta es una empresa pública que no desarrolla proyectos para el tratamiento de lodos residuales, los cuales son depositados semana a semana, sedimentando la Ciénaga San Silvestre, donde sigue estando la bocatoma.

Otra de las amenazas que padece este cuerpo hídrico es el funcionamiento del relleno sanitario de la empresa Rediba, que se encuentra dentro del área del Distrito Regional de manejo Ciénaga San Silvestre, el cual abarca 38 mil hectáreas aledañas.

Entonces, ¿cómo pudo la Corporación Autónoma de Santander – CAS-, en su condición de autoridad ambiental, otorgar licencia para un relleno sanitario en plena área de conservación integral? La multinacional OXY, que extrae crudo de Barrancabermeja, en 2010 pagó un estudio que arrojó como resultado la sugerencia de tres puntos para la posible ubicación del relleno sanitario.

En el 2012 la CAS abrió la licitación y “por sorpresa” adjudica licencia a Rediba, empresa propiedad de un contratista de la OXY. De esta alianza amañada dio noticias el exparamilitar Ernesto Báez y la burocracia clientelista de ciudad salió ilesa. Elkin Bueno fue elegido como Alcalde e ignoró la problemática de Yerbabuena. Luego el siguiente Alcalde, Darío Echeverri, no coadyuvó las acciones jurídicas contra Rediba. Hoy gobierna Alfonso Eljach, un reconocido amigo de los dos anteriores mandatarios locales.

En el costado inferior izquierdo, se observa la Ciénaga Juan Esteban casi seca.

Los lixiviadosi del relleno Yerbabuena contaminan afluentes del Caño Zarzal, que a su vez tributa aguas a la Ciénaga San Silvestre. De esta grave situación dio fe la Corte Constitucional en una visita a la ciudad en 2017, donde cometió el exabrupto de no ordenar el cierre del relleno porque los accionantes que lo solicitaron, en vez de una tutela debieron emprender fue una acción de nulidad administrativa contra la licencia de la CAS. El agua que toman los barranqueños contiene: cianuro, mercurio y restos de heces humanas. Ni siquiera es un agua con las características básicas del líquido (incoloro, inoloro e insaboro).

En las denuncias de los ambientalistas, el corolario es igual de extenso que la infamia y la impunidad: la Ciénaga Miramar hecha una cloaca, la Juan Esteban casi no parece ciénaga sino humedal y hay ausencia de tratamiento de aguas descargadas al Humedal el Castillo en el medio de las comunas del Sur y Nororiente.

Una red de medición del aire para la ciudad (sede de la refinería más grande del país), nunca imprimió su primer informe. La Ciénaga el Llanito está convertida en apéndice de la Represa de Hidrosogamoso y el fracking amenaza las fuentes subterráneas de agua, última reserva para las y los habitantes de la región.

La lucha por el agua potable exige una actitud de unidad entre los sectores organizados, para que ellos mismos construyan un programa basado en la formación y la comunicación, mediante la fraternización con las comunidades para crear un poder de deliberación y de conciencia.

*Catalina Silva es docente de la Universidad Cooperativa de Colombia (UCC) y colaboradora de Colombia Informa.

*Sergio Andrés Suárez es estudiante de Psicología en la Universidad Cooperativa de Colombia (UCC), sede Barrancabermeja, y colaborador de Colombia Informa.

*Juan Camilo Ariza esestudiante de Derecho en la Universidad Cooperativa de Colombia (UCC), sede Barrancabermeja; educador popular y colaborador de Colombia Informa.

i En general se denomina lixiviado al líquido resultante de un proceso de percolación de un fluido a través de un sólido. El lixiviado generalmente arrastra gran cantidad de los compuestos presentes en el sólido que atraviesa.

CI SS y JA/PC/05/08/2020/