21 oct CI.- En el Chocó las comunidades han resistido al olvido estatal preservando muchas de sus tradiciones, ante un sistema depredador que elimina todo rastro de memoria histórica.

Las mujeres han protagonizado estos procesos de resistencia, forjando su identidad cultural a partir de diversas raíces étnicas; en este sentido, la jagua es un claro ejemplo de la lucha por defender su territorio.

Mujer indígena

Para las comunidades del Chocó, su territorio no es el sitio de explotación de recursos naturales para beneficiar a multinacionales, sino el lugar donde se reconocen, se encuentran. Es el escenario en el que se desenvuelven sus relaciones sociales, culturales, políticas y económicas y, en este sentido, son las comunidades indígenas quienes se han encargado de conservar muchas y diversas tradiciones.

“Cuenta la leyenda que hace cientos de años llegó a esas prometedoras tierras una diosa conocida como Jagua. Esta mujer surgió de la abundancia de los frutos de un árbol y por gracia de la diosa de la noche: Maroya, joven y de exótica belleza, quien enseñó a ese pueblo amerindio el arte de la pesca, de la caza, de los cultivos del campo y los tejidos, y les concedió secretos para perfeccionar la cerámica, curar enfermedades y obtener tinturas para embellecer el cuerpo, por cuyo hecho se consideró el fruto que ostenta su mismo nombre como sagrado: ‘Jagua’, palabra que significa riqueza, mina, manantial, fuente y principio. Con el nombre de Jagua también se designó el árbol de cuyo fruto había salido la mujer y por cuyo hecho se le consideró sagrado. Jagua, la esposa de Caunao, fue la que dictó las leyes a los naturales, los pacíficos siboneyes, la que les enseñó el arte de la pesca y de la caza, el cultivo de los campos, el canto, el baile y la manera de curar las enfermedades”, dice una de las tantas leyendas que giran en torno a la Jagua.

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De la familia Rubiaceae, género: genipa, especie: genipa americana, este árbol de poco más de diez metros se utiliza en Colombia como maderable, y su fruto como colorante, especialmente por los pueblos indígenas del Pacifico. Es un árbol latinoamericano que crece desde el norte de Argentina hasta el sur de México.

Es utilizada en rituales por indígenas de América Central, América del Sur y en Colombia por indígenas del Amazonas, del Chocó, en la región del Urabá en la cuencia del río Atrato, originalmente los Emberas Katios de Antioquia, Chocó y Córdoba.

Este fruto tiene múltiples propiedades medicinales, curativas y funciona como protector solar y de insectos; asimismo, los indígenas extraen la tinta de la fruta inmadura, y por medio de un compuesto llamado ‘genipina’ que oxida las células de la piel, adornan sus cuerpos con una especie de tatuajes temporales.

Pelan el fruto verde de jagua para sacar las semillas y pulpa que las recubre, luego son macerados o rallados obteniendo una pasta que se pone en agua y libera una tinta colorante; esta técnica es conocida como ‘Tamizaje’. El jugo se pone sobre un plato o una bandeja bajo el sol durante el tiempo que sea necesario para que se deshidrate y resulte una pasta parecida al betún. 

El teñido es permanente, pero solo afecta las capas externas de la epidermis. Así cuando la piel se renueva, la mancha desaparece en un tiempo estimado de dos semanas.

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Comunidad de La Isleta, Bajo Atrato chocoano

Por medio de esta tradición expresan los estados y ciclos vitales de sus vidas, así como su posición dentro de la comunidad, siendo así una de las representaciones más importantes de su cultura.

Con la jagua las comunidades indígenas se comunican, identifican y embellecen; se protegen de las enfermedades, dan fortaleza a bebés y jóvenes, se ocultan de los espíritus luego de los funerales, expresan sus estados de ánimo, se enamoran y son aceptados en el plano de lo cotidiano.

Se pintan unos a otros como una manera de relacionarse, teniendo en cuenta que los frutos, así como cada planta, animal y elemento tiene un lugar y una razón de ser.

El color de la Jagua pinta a una región de Colombia que históricamente ha sido fuertemente golpeada por el conflicto armado. 

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Los frutos maduros que se caen son alimento para las aves o los humanos; tienen un sabor similar al del borojó, con el cual se hacen bebidas, licores, mermeladas, helados y polvos azucarados. 

Preparaciones

Jugo de Jagua: Se abre la Jagua en dos pedazos, se sacan las semillas con la pulpa y se corta en más pedazos. Se echan en un recipiente con agua y se revuelve con una cuchara; se deja reposar durante algunas horas o incluso varios días.

Licor de Jagua: Con los frutos maduros y fermentados con aguardiente, se hace una bebida alcohólica. Luego de marinarse la jagua con agua, azúcar y alcohol, se deja reposar por un mes.

La Jagua y su uso medicinal

En la medicina tradicional la Jagua se utiliza para tratar ataques del Micropez Candirú; los indígenas suramericanos lavan sus piernas con el líquido claro de la fruta que tiene un efecto astringente. 

Asimismo, tiene numerosos efectos farmacológicos como antiinflamatorio, diurético, coleretico y hemostático, anticanceroso, antitrombótico, antibacterial, neuroprotector, antidepresivo.

La raíz de la jagua tiene efecto purgativo, mientras que la corteza en decocción cura úlceras y enfermedades venéreas, además de combatir anemias y regurgitaciones del hígado y del bazo. Tiene propiedades diuréticas, estomacales, revulsivas y desobstruyentes y su jugo está indicado contra la enteritis crónica y la hidropesía.

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En la Convención Marco de Naciones Unidas de 1992 se estableció el Convenio para ‘La Diversidad Biológica’, con el supuesto objetivo de «conservarla’, usarla sosteniblemente y garantizar la distribución justa y equitativa de beneficios por el uso de recursos genéticos». 

Han pasado más de diez años para que se estableciera el ‘Protocolo de Nagoya’, que retomaría el tercer objetivo de dicho convenio. Colombia fue el primer país en firmar el Protocolo de Nagoya, y aunque no se ha ratificado, para finales de 2016 estaban registrados 127 contratos de acceso a recursos genéticos, uno de ellos el del colorante azul proveniente de la Jagua.

Sin embargo, la población del Chocó no se ve beneficada de estos proyectos, estudios e investigaciones; esto se evidencia en la situación de crisis humanitaria que enfrenta el departamento.

Así, el gobierno continúa beneficiando la inversión privada que se enriquece a partir de la explotación de los bienes naturales del país, propiciando el despojo en los territorios, mientras las comunidades luchan por preservar la naturaleza y su relación con ella. 

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CI JO/ND/21/10/2019/11:30