13 jun.CI.- El 13 de junio de 1953, a las 6 de la tarde, el General de las Fuerzas Militares de Colombia, Gustavo Rojas Pinilla, anunció al país su posesión como Presidente. Esto fue después de un Golpe de Estado en el que no se derramó ni una gota de sangre y no se tuvo que forzar ninguna puerta del Palacio Presidencial porque todas fueron abiertas por las elites bipartidistas tradicionales.

Durante el gobierno del conservador Laureano Gómez (justo la época anterior) el pueblo colombiano era el escenario de lo que se conoció históricamente como la “La Violencia”. Tiempo marcado por la persecución sangrienta del Partido Conservador a los militantes y simpatizantes del liberalismo. Como resultado de la represión y exclusión política por parte del conservatismo, los liberales dieron inicio a la conformación de guerrillas insurgentes en contra del gobierno de Laureano Gómez. Esta situación agravó aún más la crisis social y política que se vivía en la época: fue el estallido de una guerra civil.

Debido a la crisis de orden público y como respuesta represora a las guerrillas contradictorias al conservatismo, Gómez nombró al Ejército como la fuerza pública más apta para reprimir a los “violentos”. Tales “violentos” eran colombianos en contra de un gobierno tradicionalista, elitista y de extrema derecha.

En 1951, Gómez anunció a Colombia su retiro del cargo presidencial debido a haber sufrido un paro cardíaco que le impedía seguir ejerciendo como Jefe de Estado. Durante su discurso de despedida presidencial se dolió porque: “Ay del país, ay de la República cristiana, ay de la vida y la tranquilidad si el Partido Conservador no sabe estar a la altura de su deber”.

El poder presidencial fue asumido por el entonces Ministro de Guerra, Roberto Urdaneta, quien también era conservador y simpatizante político de Gómez. Su estadía en el cargo no duraría más que unas horas.

El golpista Gustavo Rojas Pinilla era un militar con ideas políticas claras dentro de las fuerzas militares. Tanto así como para ser reconocido hasta hoy por su marcada tendencia a inmiscuirse en los asuntos políticos nacionales. No dudó un segundo en ser quien asumiera la Presidencia de Colombia después del ministro Urdaneta.

En menos de 24 horas los colombianos tuvieron tres presidentes y un supuesto Golpe de Estado. Supuesto porque complacía a las elites bipartidistas que se disputaban el poder. Estas “le dieron un respiro” a la trasgredida democracia nacional con una dictadura acordada para su conveniencia.

Según el discurso de Rojas Pinilla, pudiera entenderse que él estuvo siempre buscando la unión entre los dos partidos políticos y la desegregación del mismo Partido Conservador, así como la inclusión de liberales en espacios que el conservatismo llenaba.
Intentó llevar a cabo procesos de paz con las guerrillas liberales, pero los pactos logrados se rompieron debido al incumplimiento por parte del gobierno. Durante su dictadura se aumentó el presupuesto destinado a la guerra y la censura periodística no se hizo esperar, llegando a cerrar los diarios El Espectador y El Tiempo.

Contrario a lo que las élites tenían en mente, la dictadura de Rojas Pinilla se prolongó hasta 1957. Al siguiente año se dio lugar a lo que la historia llama “El Frente Nacional”: la alternación del poder entre liberales y conservadores.
La dictadura  de Rojas Pinilla marcó sin dudas un hito importante en la historia de Colombia. Fue el engaño de la clase dominante al pueblo, una válvula de escape frente a la crisis civil y política del país que sigue vigente y se visibiliza en la fragmentación política que todavía tenemos los ciudadanos de a pie.

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