15 sep CI.- Mother (2017) está hecha como una apología a la humanidad a la naturaleza, a lo onírico del universo, retuerce de manera visual con efectos de gran destreza técnica, con sobresaltos consistentes y una velocidad en aumento en medio de lo violento que imita de manera consecuente la realidad.

Darren Aronofsky director de El cisne negro (2010), de Réquiem por un sueño (2000) y de Pi, Fe en el caos, trasgrede de manera particular la moral y la expone en un filme oscuro, tenso que estremece desde principio a fin la conciencia del espectador para evocar a una reflexión intensa sobre la existencia del todo y el caos que nos consume.

Mother protagonizada por Javier Bardem un poeta que tiende a priorizarse y anteponer su trabajo por sobre su vida personal por momentos dominante e indiferente y Jennifer Lawrence una mujer dedicada a su hogar a su relación y a ejercer un papel que se le ha impuesto por parte de la sociedad como ama de casa.

Ella vive a través de su pareja y observa de manera impotente como se altera su realidad mientras sucesos extraños comienzan a tornar un poco mas tenebroso y escabroso el cuadrado (hogar) al que se encuentra confinada.

Mediante un ejercicio metafórico, se establece una linea de pensamientos que muestran una carga filosófica profunda. El espectador cavila a través de ideas trascendentales sobre la vida, la muerte, la humanidad, la naturaleza, la desconstrucción total de lo establecido y el caos que da pie aun nuevo principio.

La historia sigue un hilo narrativo pesado en el que la ansiedad y el no raciocinio establecen una conexión socio-cultural por medio del fanatismo y las doctrinas religiosas que envuelven la historia del ser humano.

Aronofsky forja de manera creativa un cuento, una historia que se convierte en un imaginario consiente y colectivo de una realidad tan cruda a la que somos susceptibles.

Un film que exige de manera exhaustiva verse mas de dos veces para un análisis con profundidad sobre el contexto que compenetra mensajes de todo tipo, que estremecen al espectador hasta la catarsis, cuando el telón es cerrado.

Escenas caóticas, fuera de contexto, situaciones inesperadas, una aceleración en picada que no divaga en ideas superfluas, apuntan a un final que asume un significado por si solo. El espectador no es un objeto más del análisis conceptual de la película sino un ser que reflexiona a través de sus emociones como un individuo único e irrepetible.

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