La Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas de 1948 promulgó el derecho al voto de las mujeres, “Toda persona tiene derecho a participar en el gobierno de su país, directamente o por medio de representantes libremente escogidos”, pero es en la Convención sobre los derechos políticos de la Mujer, adoptada por la Asamblea General de la ONU, en 1952, en la que se especificó, en el artículo primero, que «las mujeres tendrán derecho a votar en todas las elecciones en igualdad de condiciones con los hombres, sin discriminación alguna».

El sufragio femenino hace referencia al derecho al voto ejercido por las mujeres y, por tanto, su derecho político a elegir respecto a los cargos públicos y a ser elegidas, de acuerdo a las leyes de sus países, en el ejercicio político social. No obstante, la entrada en vigencia de la Convención no fue fácil para las mujeres en varias partes del mundo, en Latinoamérica, por ejemplo, los cambios legislativos en la mayoría de países no se dieron sino hasta la década de los cincuenta. 

Los casos de Argentina y Perú

 El 7 de septiembre de 1947, mucho antes de la Convención y sostenida en las luchas de las mujeres desde finales del siglo XIX, se sancionó en Argentina la Ley del Voto Femenino impulsada, especialmente, por Eva Duarte de Perón, dando como resultado la Ley 13010 del 23 de septiembre de 1947: “Mujeres de mi Patria, recibo en este instante, de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos cívicos. Y la recibo ante nosotras, con la certeza de que lo hago en nombre y representación de todas las mujeres argentinas”, anunció Eva.

Esta ley se puso en práctica en las elecciones del 11 de noviembre de 1951, en las que votaron 3’816.654 mujeres (el 63,% lo hizo por el Partido Justicialista, el 30,8% por la Unión Cívica Radical). Más adelante, en 1952, las primeras 23 diputadas y senadoras de la historia de Argentina ocuparon sus curules.

Asimismo, ocho años después, el 7 de septiembre de 1955, tras años de luchas de mujeres como María de Jesús Alvarado, Zoila Aurora Cáceres, Adela Montesinos, Magda Portal y Elvira García, las peruanas vieron reconocido su derecho al voto por la ley. Sin embargo, la ley de entonces consagró que para ejercer este derecho las mujeres tenían que cumplir con el requisito de saber leer y escribir, en un país en el que el mayor índice de analfabetismo lo presentaban las mujeres precisamente porque no había garantías de acceso a la educación para ellas. Por esta razón, solo hasta 1979 no hubo una participación plena en los sufragios por parte de las mujeres.

El voto femenino en otros países latinoamericanos

Entre  1938 y 1947 las mujeres bolivianas votaron por primera vez en unas elecciones municipales como una prueba para «medir sus capacidades intelectuales y políticas» en la sociedad de la época. Gracias a este “experimento”, la clase dirigente permitió que las mujeres votaran y fueran electas sin restricciones en 1952.

En 1947, México reconoce el derecho de la mujer a votar y ser votada en elecciones municipales a nivel nacional, pero no legisla el derecho al voto desde la constitución, por lo que las mujeres se enfrentaron a muchos obstáculos a la hora de asistir a las urnas. Sin embargo, es hasta el 17 de octubre de 1953, con la reforma a los artículos 34 y 115 de la Constitución mexicana, que se incluye el sufragio universal para todos los ciudadanos sin condiciones.

El Día de la Mujer Hondureña (25 de enero) se celebra  en homenaje al reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres, el cual se promulgó en 1955 para todas aquellas que supieran leer y escribir. Asimismo, Nicaragua aprueba el mismo año el voto femenino pero su cumplimiento se daría solo hasta 1957.

En Colombia, las mujeres recibieron su derecho a la ciudadanía el 1 de diciembre de 1957. Tres años antes, en 1954, el general Gustavo Rojas Pinilla reformó la Constitución para incluir el sufragio femenino y el derecho a ocupar cargos públicos. Paraguay fue el último país de la región en legislar el sufragio de la mujer, el 5 de julio de 1961.

El único país latinoamericano en el que se reconoció el sufragio femenino en igualdad de condiciones que el masculino fue Uruguay,  el cual se aprobó en su Constitución de 1917 el voto para las mujeres y estas ejercieron su derecho en el plebiscito de Cerro Chato de 1927 que hoy cuenta con algo más de 3.000 habitantes; aunque la primera vez que todas las uruguayas pudieron proceder al sufragio fue en las elecciones generales de 1938.