El 24 de enero de 1893 en Sonora México, nació el embajador lírico de la canción mejicana Alfonso Ortiz Tirado, doctor de cabecera de la pintora Frida Kahlo, impulsor de la construcción de hospitales y uno de los más destacados intérpretes del bolero. Fue un destacado cantante tenor y patólogo mexicano, igualmente admirado en ambos rubros.

Pasó sus primeros años en Culiacán, Sinaloa y se trasladó a la Ciudad de México junto con su madre y hermanos, después del fallecimiento de su padre. Cursó la educación primaria y secundaria en el Colegio de Mascarones, donde se pusieron de manifiesto sus aptitudes para el canto.

Posteriormente, ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y al terminar se inscribió en la Facultad de Medicina; recibió su título profesional en 1919. Como médico cirujano fue miembro de la Academia Americana de Cirugía, de la Academia Indolatina de Medicina, catedrático de la Facultad de Medicina de la UNAM y miembro de diversos organismos médicos de México y el extranjero. Hizo interesantes aportaciones a la ciencia. Su primera inclinación fue hacia la ginecología, pero finalmente se decidió por la ortopedia, con especialización en cirugía reconstructiva.

Fue médico de cabecera de la pintora Frida Kahlo, a quien practicó varias intervenciones. De igual forma, intervino quirúrgicamente en la mejilla al músico y compositor Agustín Lara. Por su gestión llegó a México la primera mesa de Olby para cirugía de espina dorsal.

En su faceta artística estudió en la Academia de canto del maestro José Pierson perfeccionando una cálida voz de tenor natural y se dedicó a recorrer Centroamérica y Sudamérica, Estados Unidos y algunos países de Europa dando recitales, sin descuidar la práctica de la medicina. Su dulce voz y sus numerosos discos fonográficos fueron siempre altamente apreciados en todo el ámbito hispanohablante. Actuò en la pelìcula «La ùltima canciòn» (1933) al lado de la actriz Maria Luisa Zea

Por la forma en que Ortiz Tirado ejerció el canto y la medicina, se convirtió en apóstol de los más pobres y humildes. En el consultorio y en el escenario, el gran benefactor supo curar de su eterna tristeza a Méjico y a muchos otros países. Su actividad artística hizo posible la edificación del inmueble donde se instaló un hospital infantil, en la calle de Niños Héroes, colonia Doctores, de la capital de México. Este edificio después albergó la Unidad de Cardiología al fundarse el Seguro Social, institución que adquirió el inmueble. En el patio del mismo se encontraba una placa de bronce en la cual se leía: Levanté con mi canto este templo para aliviar el dolor, más los nombres de todos los países en los que se presentó triunfante el “Chino” Ortiz Tirado, como cariñosamente se le llamaba. Desafortunadamente esa placa desapareció cuando el hospital cambió de dueño.

Sangre Española, Lírica y Gitana

La formación del gran tenor Alfonso Ortiz Ortiz Tirado es como un gran crisol donde se mezclan las mejores esencias musicales. Esa que fuera una de las voces más bellas y amadas dentro y fuera de Méjico, resumía en sí las mejores aportaciones de la canción española, el sentimiento gitano, la lírica operática italiana, el vals vienés, la opereta francesa, la gracia y vitalidad de Cuba y Méjico, y por supuesto, el don personal de aquel timbre cálido, tierno y aterciopelado que todavía hace suspirar a quienes lo escuchan.

Como si hiciesen faltan más ingredientes en esta amalgama, ahí estaban la ópera italiana llegada en la segunda mitad del siglo XIX y el vals vienés, introducido por una orquesta austriaca en la época del emperador Maximiliano. De contera, Ortiz Tirado recibió los efectos de la inmigración de artistas españoles, italianos y franceses en la última década del siglo XIX, a raíz de la guerra franco – prusiana de 1870.

Capítulo aparte merece el sentir gitano de Alfonso Ortiz Tirado, con marcada influencia también de la canción española. Algunas de sus más célebres interpretaciones contienen esta temática, y entre ellas se destacan “Ven Acá Gitana” de Agustín Lara, “Lamento Gitano” de María Grever, expresiones inspiradas en la melancolía propia del errante pueblo zíngaro, producto de su desarraigo. “Rosa”, “Clavel Sevillano” y ”Cortesana” del maestro Lara, expresan un sentimiento andaluz muy próximo a la gitanería. En nuestro medio gustaron mucho, canciones como “Clavel del Aire” y “Reina Mora”, y otras tonadas y pasodobles con reminiscencias de la España morisca. Adicionalmente, Ortiz Tirado cantó la famosa suite de Agustín Lara dedicada a España, país donde paradójicamente nunca estuvo el gran compositor y pianista.

El doctor Alfonso Ortiz Tirado concibió desde el principio la medicina y el canto como expresiones singulares de su amor a la humanidad.

Ortiz Tirado falleció en la Ciudad de México el 7 de septiembre de 1960. Sus restos mortales descansan en el Panteón Francés de la Piedad, en la capital de la República Mexicana.