21 mar. Kurdistán – En Kurdistán la lucha por la liberación de las mujeres es el eje de la lucha por la liberación social y nacional kurda. Desde entonces los actos de heroísmo, el dolor por las mujeres caídas y la lucha por la liberación se han combinado de una forma única. 

Por Alejandro Azadî*. Las luchas de las mujeres kurdas adquiere doble valor: como esencia y como ejemplo, en una zona históricamente patriarcal que las relegó a la casa y la familia. Una antigua leyenda narra el nacimiento de revolución en el Newroz (año nuevo) y del fuego como el origen de las hijas del sol.

La leyenda de Kawa

La noche era oscura, las primeras estrellas se entremezclaban con las montañas. Kawa había tomado una decisión e impaciente esperaba al amanecer. El rey Zohak le había ordenado que le suministrara dos jóvenes para extraerles los sesos y alimentarse. Desde hacía mil años el monarca despojaba a las familias kurdas de su descendencia para nutrir las dos protuberancias (similares a serpientes) que asomaban de sus hombros y con ello sobrevivir eternamente.

El sol comenzó a salir, el herrero Kawa tomó el mazo que yacía sobre el banco de madera y se dirigió a las puertas del imperio asirio. El rey Zohak había realizado los rituales sagrados antes de devorar a las últimas dos hijas de Kawa. Pero Kawa no le entregó al rey los sesos de sus hijas sino los de dos corderos. Al ingerirlos Zohak se deshizo en llamas y el rumor de su muerte se expandió por las montañas, ágilmente miles de jóvenes sobrevivientes del martirio acudieron a la torre donde Zohak reposaba y la rebelión estalló. Se dice que esto sucedió un 21 de marzo del año 612 a.c. y desde entonces los kurdos renuevan sus esperanzas bajo el Newroz, encendiendo el fuego de la vida en el día de la libertad.

La liberación de las hijas del sol y del fuego

“La nuestra es una lucha contra el colonialismo étnico y sexista” sostiene Pikara Nursel Kilic. “Cuando quieran acordarse de la charla sobre aquel pueblo que escucharon piensen en las hijas del sol y del fuego, y no nos olvidarán” explica Melike Yasar.

«En nuestros tiempos, donde el poder todo lo corroe y los silenciados todo lo soportan, las mujeres kurdas construyeron el ejército de mujeres que todo lo quiere: la liberación. La emancipación de una mujer pasa por la liberación de todas las mujeres», afirma Fidan Dogan.

Ha sido la labor de las mujeres durante años la que ha sostenido la identidad del pueblo kurdo, las madres han educado a sus hijas e hijos en lengua materna. Jin es mujer en kurdo, y el kurmanji es la lengua kurda, una palabra que es al mismo tiempo lengua y mujer; es decir, lengua materna.

Layla Zana fue la primera mujer en hablar kurdo en el parlamento turco, intentando abordar el problema de la hermandad entre los descendientes de los medos y los descendientes de los otomanos, pero eso le valió 10 años de prisión. ¿En dónde se ha visto que una madre sea condenada por enseñar la lengua a sus hijos?

Agir – Fuego

En el año 1990 Zeki, una estudiante de medicina de la Universidad de Tigris (Amed), supo que era libre en el Kurdistán ocupado cuando en vísperas del Newroz colocó sobre su cama una lata de gasolina, tres fósforos y su propio corazón. Se prendió fuego por la libertad de su pueblo. La étnia kurda, cada 21 de marzo, aviva las llamas de su lucha y rebelión con inmensos fogones. Zekiye Alkan es hija del fuego.

“Que la antorcha del Newroz brille todavía más fuerte con la llama de mi cuerpo”. Al tocar el suelo los tres fósforos prendieron la primavera y ese año la antorcha de la liberación ardió como nunca antes, hasta el llanto de una anciana kurda se secó con el calor del fuego. La opresión, testimonio de cada momento, se leyó en el corazón del Kurdistán. La revolución se multiplicó, y desde entones el espíritu de Alkan aviva el fuego, como lo hace el viento, de la liberación femenina.

En sus ojos todavía afloraba la represión hacia las mujeres en Nusaybin, las violaciones masivas por parte del ejército turco, los bombardeos químicos al poblado de Halabja, la testaruda arrogancia de los descreídos en la vida.

Dayiken Ashîtî – Madres de la paz

Al salir del vientre las madres nos arropan bajo su cuidado. La esencia ontológica de todo ser humano es proteger a otro/a. En las unidades de defensa femeninas prevalece esta esencia ancestral (y derecho colectivo) de poder autodefenderse ante una agresión externa. Las rosas también cuentan con naturaleza similar, sus espinas nos producen pequeños pinchazos advirtiendo que allí están, que están vivas y que vivas se quieren. Cuando el Estado turco comenzó el genocidio cultual hacia las minorías étnicas, también comenzaron las desapariciones de las hijas y los hijos del pueblo kurdo.

En Argentina, la última dictadura militar sustrajo de sus familias a 30.000 personas. Desde entonces, en plaza de mayo sus madres reclaman al Estado la aparición de sus hijas e hijos, para ello realizan la ronda de la resistencia todos los jueves y todas sus vidas. Así mismo, durante los días sábados en el Kurdistán ocupado, las madres piden al Estado turco la paz y la devolución de sus hijos e hijas. El pueblo las denomina, cariñosamente, Madres de los Sábados.

La Rosa de Luxemburgo kurda

En 1978 Sakine, junto a un grupo de compañeros, fundó el Partido de los Trabajadores del Kurdistán -PKK-. Era una mujer en un partido de hombres.

A la guerra entre turcos y kurdos le siguió el fallido golpe de Estado, y luego el presidio, así que Sakine entendió la magnitud del significado de ser mujer, de ser kurda, de ser revolucionaria y las horas de tortura no resquebrajaron los cimientos libertarios de su espíritu. Cuando la condena finalizó, frente al comité central, Sakine enarboló los fundamentos de su crítica al machismo y hacia la mentalidad patriarcal del sistema. Así que A mediados de los 90 las altas montañas kurdas cobijaron el primer Congreso de Mujeres del Kurdistán. Desde entonces las féminas tienen su estructura partidaria autónoma: el Partido de la Liberación de las Mujeres del Kurdistán -PAJK-, las estructuras copresidenciales, la ciencia de las mujeres (Jineologi) y  las autodefensas femeninas. Un nuevo paradigma emergió mientras otro sucumbía.

El 9 de enero del 2013 un mercenario turco cortó el tallo de su vida. Junto a ella cayeron dos rosas más. Desde entonces prados, montañas y ciudades han visto florecer nuevas rosas: Sara, Fidan y Leyla se llaman todas ellas. A orillas del cauce del río, bebiendo el elixir de la vida con fusil en mano.

Azadî – Libertad

Quizás lo comunitario y la autodeterminación del pueblo kurdo provengan de la liberación de las mujeres. Quizás una economía cooperativa, un sistema educativo (e ideológico) centrado en los principios de la Jineologi, la ecología, la autodefensa popular, nos encaucen al camino natural desvirtuado por la mentalidad patriarcal.

En Rojava, al norte de Siria, millares de desarrapadas del capitalismo construyen, bajo nuevos paradigmas democráticos, una destacada confederación de naciones interétnica. Las kurdas han levantado una ciudad solo para mujeres, alzaron su voz esgrimiendo argumentos y principios dentro del partido; armaron otro partido, desempolvaron del tiempo las estructuras matriarcales, la autoconciencia las llevó a prohibirle al sexo opuesto el propio cuerpo, se armaron tras unidades de autodefensa, libraron batallas conquistando destinos y una nueva concepción de la vida emergió hacia las simas del monte Zagros.

Jin, Jiyan, Azadî . Mujer, vida y libertad cantan las partisanas en la noche estrellada, pasos pequeños sobre el monte, camino al combate.

Fotografía: revolucionmujereskurdas.wordpress.com

CI AA/DM/21/3/17/9:00

*Alejandro Azadî es corresponsal del medio de comunicación  para la visibilización y la solidaridad con el pueblo kurdo kurdistanamericalatina.org, y colaborador internacional de Colombia Informa.