4 sep. CI.- Hace 47 años, la Unidad Popular liderada por Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales en Chile. La victoria se consiguió con el 36,6% de los votos.

Un clima de alegría e incertidumbre se vivía en el país debido al triunfo de un Gobierno de carácter socialista. El inminente logro de la izquierda encendió las alertas de Estados Unidos, que desde ese momento ideó estrategias como el Track One y Track Two para evitar que Allende tuviera el poder en el Congreso y para obstaculizar el éxito de su gestión.

La Unidad Popular asumió la presidencia durante tres años en los que buscó la construcción de un Estado popular y la aplicación de una economía planificada. Asimismo, se llevó a cabo una reforma agraria junto con el incremento de la inversión social por parte del Estado.

La política económica implementada por Allende buscaba la nacionalización del cobre, la expropiación de grandes empresas, entre otras medidas. Debido a esta se hicieron cada vez mayores las presiones económicas externas, causando repercusiones en la economía chilena que desencadenaron la huelga de algunos sectores como la clase media-alta y los camioneros.

La presidencia de Salvador Allende finalizó con un Golpe de Estado encabezado por Augusto Pinochet y financiado por el Gobierno estadounidense.La nueva dictadura que desde ese momento se instauraría dejaría un saldo en Chile de más de 40.000 personas desaparecidas. Entre el sonido de las bombas y los aviones, Allende da su último discurso antes de morir a través de la emisora Radio Magallanes, donde se refirió a los:

“Trabajadores de mi Patria: quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que solo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley, y así lo hizo. En este momento definitivo, el último en que yo pueda dirigirme a ustedes, quiero que aprovechen la lección: el capital foráneo, el imperialismo, unidos a la reacción, creó el clima para que las Fuerzas Armadas rompieran su tradición, la que les enseñara el general Schneider y reafirmara el comandante Araya, víctimas del mismo sector social que hoy estará en sus casas esperando con mano ajena reconquistar el poder para seguir defendiendo sus granjerías y sus privilegios”.

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