19 ene. CI.- Con la película de Ciro Guerra, el abrazo de la serpiente, Colombia alcanzó su primera nominación a los premios de la Academia, versión 88, en la categoría de Mejor película en lengua no inglesa. A su lado se encuentran las producciones Krigen, Mustang, Saul fia y Theeb.

Por Sebastián Pérez*. Después de ver tres veces la película, conversar con varias personas y escuchar a otras, recibí diversas apreciaciones. La mayoría fueron buenas, pero recuerdo tres: en la primera lo tildaron de ‘hippie’, en la segunda de indigenista y en la última dijeron que era una vulgarización del indígena.

Me pregunté si cuestionar en una producción cinematográfica la forma de relacionarnos con la naturaleza, los ancestros y el mismo conocimiento es un asunto de hippies. De ser así, entonces la película es demasiado hippie. También me inquietó si mostrar a los indígenas en primer plano y dejar que sean los protagonistas de su historia es ser indigenista. Desde una interpretación antropológicamente errada lo es. ¿Será que mostrar la selva en grises y dejar que los indígenas hablen en su lengua es vulgarizarlos? entonces la película lo hace.

Una obra de arte debe hablar por sí sola, no necesita de su creador para poderla entender y El abrazo de la serpiente es una obra cinematográfica enorme, que se presta para múltiples interpretaciones ideológicas. De ella se puede decir todo menos que es una película mala.

Generalidades

El abrazo de la serpiente es un filme colombiano que se desarrolló en los últimos cinco años (contando desde la elaboración del guion hasta su estreno nacional en el 2015). La producción contó con dineros gestionados en Colombia, Argentina y Venezuela, y se calcula el costo en 1.4 millones de dólares, ¡buena plata para un película nacional! Su director es Ciro Guerra, nacido en el Cesar, considerado como el mejor realizador cinematográfico del país. Con esta película completó la dirección de 3 largometrajes.

La historia que nos propone Guerra está basada en los diarios de dos etnólogos que recorrieron la Amazonía colombiana en distintas épocas, unidos por el propósito de encontrar una planta especial. Todo el filme es conducido por un indígena que conoce a ambos investigadores y que se relaciona con cada uno, hecho que transformó  la reflexión del protagonista hasta llegar a la conclusión de que no eran ellos quienes tenían que aprender de los blancos, sino los blancos quienes debían llevar el mensaje de la selva.

Sin embargo, más allá de estar basada en las crónicas del etnólogo alemán Theodor Koch-Grünberg y el biólogo norteamericano Richard Evan Schultes, esta película evoca a Eduardo Galeano en Las venas abiertas de América Latina, por las imágenes desgarradoras de la explotación de la selva y de sus habitantes. Es como ver en La Vorágine de José Eustasio Rivera.

Reconocimientos

El abrazo de la serpiente ganó varios premios, siendo el Art Cinema Award, en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, el más importante. Allí, paralelo al Festival de Cine de Cannes, se reúnen los mejores directores del planeta a observar y valorar las producciones. Valga decir que no todos los realizadores se atreven a enviar sus trabajos a esta instancia por el nivel cualitativo de los jurados, pero el osado de Guerra decidió hacerlo en vez de participar en el festival convencional. Y sí, fueron los grandes del cine quienes le otorgaron el galardón.

No contento con el título, el director puso en lo más alto al cine colombiano con la nominación a mejor película de habla no inglesa en los premios Oscar. Si me preguntan, me quedo con el premio obtenido en Cannes porque el Oscar pocas veces lo ganan buenas producciones no alineadas a la política cultural norteamericana, lo que no resta méritos a la inmensa alegría de que una película colombiana pueda competir en los autodenominados ‘mejores premios’.

Lo bueno y lo malo

Entre los aspectos positivos que destaco de la película está la decisión fotográfica de emplear la escala de grises. En definitiva, es un acierto gigante que le da un lugar importante al contexto y a los acontecimientos acaecidos en la historia, a la par que desmonta la esa imagen de magia salvaje a la selva amazónica. Narrar la película en la lengua propia es, sin duda, dar el lugar que se merece en una historia que es suya, otro elemento a favor de Guerra.

Pero el punto máximo de la película es su forma narrativa. La estructura de mostrar la historia con un doble personaje, recurso que ya había utilizado en La sombra del caminante, e incorporar el ‘flash back’  que caracterizó  a su segundo largometraje Los viajes del viento, resultan una perfecta combinación en El abrazo de la serpiente.

A esto se suman las hermosas transiciones utilizadas en toda la película, las diversas formas de pasar de una escena a otra, los movimientos de cámara por el rio y la mezcla del paisaje son de las mejores decisiones tomadas por Guerra en todo el filme. Podría decir que el personaje del pasado fácilmente se confunde con el del futuro gracias a la majestuosidad de las transiciones.

La línea espacio-temporal utilizada en la película está muy bien trabajada en el juego presente-pasado que permite comprender la historia, es un gran logro del guionista. En palabras del mismo Guerra, sería «hablar desde un tiempo lejano al espectador contemporáneo».

La película es además una buena reflexión política a partir de una estética impecable, ya que interrogar al público a partir de una obra de arte siempre es un destacado ejercicio de protesta.
 
No obstante, hay un par de elementos negativos en la obra. Guerra manifestó que es el primer director colombiano en realizar cine en la selva amazónica, que aparte de su trabajo solo encontró un documental realizado en Leticia en las primeras décadas del siglo XX. Sí es la primera película de gran formato realizada en este paraje por un artista colombiano, pero no se puede desconocer el ejercicio audiovisual desarrollado por muchos colectivos indígenas, incluidos los de la Amazonia, que han construido desde una apuesta alternativa y comunitaria un cine y una realización audiovisual acorde a sus necesidades. Guerra no es el único, el trabajo del cine comunitario siempre será válido.

Reflexiones

Es importante preguntarnos qué entendemos por cine. ¿Son acaso las construcciones de gran formato merecedoras de un Oscar sus únicas expresiones? Ojalá quienes soñamos con hacer cine contáramos con los recursos para desarrollar nuestras propuestas, pero el hecho de que no tener los recursos suficientes no implica que el trabajo audiovisual realizado en las comunidades no merece la categoría de cine, más si consideramos que el cine es tanto arte como lenguaje. Muchas comunidades indígenas lo han utilizado para transmitir su conocimiento y desarrollar intercambios culturales.

Mucho se ha hablado de Ciro Guerra por estos días, incluso lo comparan con Herzog, Jodorowsky y Tarkovsky. Tal vez no se trate de comparaciones pero de que es un grande del cine colombiano, lo es. Ha llegado el momento de sentirnos orgullosos de nuestro cine, un cine que trasciende lo coyuntural y genera buenas historias a partir de hechos concretos. Hay que felicitar no solo a Ciro Guerra sino a todo el equipo de producción, a los camarógrafos, los script y los sonidistas; a todos los que hicieron parte de este filme pues sin equipo no hay película.

*Sebastián Pérez es Sociólogo de la Universidad de Antioquia y realizador audiovisual.


CI SP/MP/19/01/16/4:00