14 feb. CI.- La voz de los que no tienen voz, la puerta a la imaginación, la acompañante sonora de antaño que se renueva para adaptarse a nuevos lenguajes. Esa es la Radio.

Por Luisa Gáfaro*. Cuando hablamos de este medio de comunicación, el primer recuerdo que se nos viene a la mente es el de nuestros abuelos repitiendo las noticias que escuchaban, sintonizando sus canciones, mandándose recados o incluso estudiando a través de la radio.

Este aparato rudimentario -casi que de forma rectangular- acercaba a las personas a pesar de la distancia. Hoy en día en las veredas sigue siendo referente de comunicación, puente de encuentro y el mejor amigo de hombres y mujeres octogenarios.

Radio no es ese sinnúmero de emisoras que llenan las horas de canciones y publicidad. Radio es sinónimo de comunidad y, en algunos casos, de lucha.

Cuenta Ana Frank en su diario que, durante la Segunda Guerra Mundial, su familia judía escondida en el anexo secreto escuchaba la radio con una sensación solemne, atentos ante los avances y retrocesos de la guerra, anhelando no escuchar los nombres de los suyos dados por muertos o llevados a campos de concentración.

Cuando la radio llegó a Colombia -a Sutatenza, Boyacá- fue, en un inicio, para trasmitir misas y discursos políticos. Fue educadora de los campesinos que por temas geográficos y de ausencia de recursos consideraban ir a la escuela como un lujo y no un derecho.

Por los entornos que ha transformado, las comunidades e identidades que ha ayudado a tejer y difundir encuentran en ella a una amiga. Es algo así como una voz intangible y omnipresente que en todos los lugares acompaña, entretiene, educa, comunica y abre los oídos a la imaginación.

CI LG/PC/14/02/18/12:10

*Luisa Gáfaro es Comunicadora Social. Amante de las letras, la música y la radio. Gestora de proyectos sociales y culturales. Ha enseñado también a niños y jóvenes la importancia de la literatura.