15 feb. CI.  Felipe Meneses*. La referencia de Camilo Torres Restrepo dentro del movimiento estudiantil colombiano se remonta a la destacada década del sesenta. Las construcciones de un actor trasformador y transgresor y las apuestas por consolidar una organización nacional de corte revolucionaria tuvieron el sello del cura, quien junto a sus compañeros se propuso la concreción de un proyecto de larga duración como la FUN (Federación Universitaria Nacional).

Su nombre duró poco, pero su constructo fue la base de las movilizaciones en el setenta y de las múltiples organizaciones que emanarían posteriormente. Así pues, recordamos al cura que revolucionó a Colombia, al cura que transformó mentalidades, al cura que se propuso cambiar el mundo y hoy 15 de febrero de 2016 lo sigue haciendo por medio de todos aquellos que, apoyados en su experiencia transgresora y revolucionaria, aportan a la construcción de un proyecto de nueva nación, de un proyecto de vida digna.

Los recuerdos de Camilo

Su vida clerical, su dedicación a la academia, su figuración constante en el escenario público y la controvertida decisión de tomar las armas e integrarse al Ejército de Liberación Nacional serían elementos que ayudarían a posicionar su figura como una de las más relevantes de la segunda mitad del siglo XX.

Los recuerdos de Camilo terminaron en elementos reivindicativos para los movimientos sociales en las décadas posteriores a su muerte. La figura del cura guerrillero Se levantó en las movilizaciones y su pensamiento fue el impulsor de muchas organizaciones. Ese papel que desarrolló durante toda su vida, incluso después de muerto, lo posicionó como uno de los grandes referentes del movimiento estudiantil; actor de suma importancia para entender la vida política reciente en Colombia.
La década del cincuenta traería consigo 3 elementos claves que fungirían como punto de quiebre entre las corrientes tradicionales en la política colombiana y las nuevas propuestas revolucionarias y transgresoras.

Los cruentos años de violencia determinados por los gobiernos de Mariano Ospina y Laureano Gómez, el gobierno de Rojas Pinilla y la gran desilusión que tuvo el pueblo colombiano con una apuesta de “tercera vía” que terminó en lo mismo (hay que recordar la masacre del 9 de junio de 1954 a los estudiantes en Bogotá), y por último el pacto dual que significó el rechazo rotundo a cualquier opción divergente al bipartidismo (el Frente Nacional), marcaron la pauta para la construcción de nuevas propuestas en las que la política iba a tornarse diversa y variable.

En este sentido, los estudiantes como sujetos políticos tomaron parte de este momento histórico para consolidar organizaciones como el Movimiento Obrero Estudiantil y Campesino (MOEC), AUDESA en la Universidad Industrial de Santander y la FUN, organizaciones que tuvieron como principio la ruptura tajante con el bipartidismo y el rechazo a la vieja política tradicional colombiana.

La participación activa de Camilo Torres en la creación de la FUN, el contacto constante con Jaime Arenas, impulsor de AUDESA, y la cercanía ideológica con Antonio Larrota del MOEC, fueron puntos de conexión para identificar la relación directa del cura con la movilización estudiantil, pero su participación en el movimiento estudiantil no se restringiría al impulso constante de organizaciones, no, su papel iría más allá, su papel pasaría al plano referencial y se transformó en un ejemplo de vida y de lucha.

Mensaje a los estudiantes

Su papel en el imaginario de los estudiantes combatientes pasó a un plano de larga duración como referente de las luchas. Sin embargo, estas organizaciones no lograron tener una trascendencia en el tiempo que permitiera consolidar un movimiento duradero, pero fueron el nicho de las posteriores movilizaciones de la década del setenta, del paro estudiantil de 1971 y del paro cívico de 1977.

En cambio, lo que sí logró consolidarse en el tiempo fue el pensamiento del cura quien con su labor se transformó en la motivación de muchos otros colombianos que asumieron el compromiso y se encaminaron a la construcción de una nueva Colombia.

En la década del ochenta, múltiples organizaciones se declararon Camilistas, también dentro de los estudiantes que asumirían como carta de presentación el “Mensaje a los estudiantes” que el cura escribió el 21 de octubre de 1965 en el periódico Frente Unido, los cuales reconocieron en su figura una apuesta real por cambiar el mundo. Es decir, Camilo no solo fue un cura que decidió tomar las armas, fue también un profesor, un sociólogo que la academia no conoce muy bien.

Fue también un católico reconocido que entendió que el amor cristiano debía trascender de la concepción de caridad irrisoria que no sirve para nada y convertirse en una acción real por transformar las condiciones objetivas que tenían y tienen a Colombia en condiciones de precariedad, Camilo fue el hombre del amor, pero del amor transformador, del amor eficaz. Camilo fue el profesor que más allá de enseñar funcionalismo enseñó que había que quemar el cielo si es preciso por vivir, Camilo fue el hombre que llegó hasta las últimas consecuencias por sus ideales en una muestra clara de convicción y compromiso con el pueblo.

Camilo fue quien con sus apuestas organizativos le dio a entender a la sociedad colombiana y a los estudiantes que el cambio requiere de agenciadores y la organización es el pilar clave para la revolución.

Camilo referente

La figura de Camilo Torres ha tenido un gran significado en los movimiento estudiantiles de Colombia y el mundo, al igual que el Che Guevara y Fidel Castro, su vocación por transformar el mundo lo han puesto como uno de los sujetos referentes de las apuestas revolucionarias actuales.

Es claro que cuando se habla de figura es preciso pensar en más allá de la imagen plasmada en una bandera o en una camiseta, incluso, más allá de las frases que como un eslogan se pueden escuchar a diario entre pasillos y asambleas universitarias, es preciso pensarlo como un elemento formativo que motiva la acción y sirve, como decía Guevara, como el ejemplo para la construcción de mujeres y hombres nuevos.

Camilo Torres, el cura guerrillero, Camilo Torres el católico de corazón, Camilo Torres el revolucionario sonriente, Camilo Torres el sociólogo, Camilo Torres el sujeto político, Camilo Torres el ejemplo, Camilo Torres el transgresor, Camilo Torres aquel hombre que vivió para revolucionar y murió dando cuenta de la plena expresión de un ser consiente y comprometido. Hoy ,15 de febrero de 2016, el movimiento estudiantil recuerda las palabras de un cura que se convirtió en referente gracias a su vocación subversiva. Vocación que por lo demás sería propia de un movimiento que, reunido en encuentro nacional en 1922 en la ciudad de Bogotá, todavía reivindica como propia.

“Entonces, el compromiso con la revolución pasará de la teoría a la práctica. Si es total, es irreversible; el profesional no podrá volverse atrás sin una flagrante traición a su conciencia, a su pueblo y a su vocación histórica”. Mensaje a los Estudiantes, Camilo Torres, Frente Unido, Bogotá, 1965.

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