5 oct. CI.- En el marco de las jornadas de intercambio, resistencia y solidaridad entre Colombia y Palestina realizadas del 17 al 19 de octubre en la ciudad de Medellín se llevó a cabo una serie de conversatorios, en estos estuvieron presentes mujeres excombatientes de las FARC, así como delegados y delegadas internacionales que se refirieron al papel de la mujer en la lucha kurda.

“Un país no puede ser libre a menos que las mujeres sean libres”

Abdullah Öcalan

Por Felipe Holguín* Las mujeres excombatientes de las FARC-EP narraron su experiencia en las filas de la organización y el papel de la mujer revolucionaria en la misma; en contraste se debatió sobre las experiencias de la lucha kurda que actualmente se lleva a cabo en el Oriente Medio. Así, se pudo realizar un paralelo de lo que ha sido la avanzada del feminismo insurgente, tanto en Colombia como en Siria, vía estudio y organización armada.

Se evidenciaron grandes diferencias: Por un lado, las mujeres excombatientes de las FARC aseguraron que, si bien combatían por una sociedad diferente en Colombia, la idea de género o estudio relacionada a la liberación de la mujer fue algo que apenas se planteó en las negociaciones de la Habana.

Según ellas, sus derechos, incluyendo la posibilidad de combatir a la par con los hombres, debían ser ganados con la fiereza y el combate mismo, demostrándole a sus compañeros que no eran inferiores y que tenían toda la capacidad y amor por la lucha revolucionaria.

Según el diálogo e intercambio de saberes compartidos, esto se presenta como una constante en las formas de organización en el país, al punto  que nos hace cuestionar qué clase de educación se proyecta al momento de fortalecer los movimientos de liberación de la mujer; una educación acertada es de vital importancia para encaminarse hacia la transformación de la humanidad y no repetir los errores del pasado.

Las mujeres del pueblo Kurdo, a diferencia de las excombatientes de la antigua insurgencia, se encuentran en un nivel más avanzado de lucha, pues podríamos decir que son la vanguardia internacionalista del feminismo insurgente.

El kurdo Erol Polat, nos enfrenta a la perspectiva de las mujeres del pueblo kurdo quienes han sido históricamente oprimidas, por lo que se encuentran en resistencia por una doble liberación, es decir, por un lado combaten para liberar sus territorios del imperialismo; y por el otro para abolir la explotación machista y patriarcal que se presenta en ésta región.

Asimismo, menciona la importancia de que se lleve a cabo un diálogo entre diferentes pueblos, con el fin de fortalecer los lazos de unidad y contribuir  un mundo mejor, donde se puedan establecer nuevas formas de gobierno diferentes a los regímenes y estados capitalistas actuales.

A diferencia de la continua lucha del pueblo kurdo, el ejemplo de la lucha revolucionaria en Colombia después de décadas de conflicto entre el Estado y las FARC derivaron en el esfuerzo de esta organización, después de los diálogos de paz, en continuar vía política y “democrática” la lucha por una nueva sociedad, aunque su imagen pareciera más de reforma y adaptación a las lógicas impuestas por el gobierno colombiano.

Esto es entendible en Colombia en la medida de que luego de 50 años, la mayoría de la población presenta agotamiento general; por eso quienes anteriormente se habían alzado en armas intentan dialogar, llevar su lucha únicamente por la vía política y apostarle a la solidaridad entre pueblos. Sin embargo, mientras el Estado se niegue a reconocer las problemáticas estructurales que tiene en el país, existe la posibilidad de que se lleve a cabo un rearme, así como el surgimiento de nuevos grupos armados.

Un ejemplo es que las excombatientes de las FARC-EP expresan que la persecución y la estigmatización contra ellas no se han detenido y por el contrario, ésta sigue siendo igual de fuerte que cuando eran combatientes.

Ante los incumplimientos del Estado, podríamos preguntarnos por la pugna reforma vs emancipación, siendo ésta última la experiencia actual del pueblo kurdo quien ha aprendido a ir más allá de la conformación de un partido o de una ideología.

Por ejemplo las mujeres kurdas se hacen preguntas como: “¿Qué quiere decir revolución? ¿Es cambiar una dinámica de poder por otra? ¿Es solamente consignas radicales o un plan de largo plazo de práctica seria? ¿Es sobre un ajuste de ejemplos del pasado a la situación actual o más bien sobre cómo construir una nueva definición de sociedad?»

Para las mujeres del norte de Siria, en Rojava, la revolución no es solo una consigna, es el primer paso concreto para la democracia directa, la economía comunal, y la liberación de la sociedad por medio del empoderamiento de las mujeres. Revolución es una desobediencia irreversible a las reglas silenciosas del capitalismo.

Su preocupación no es si se derroca al Estado para construir uno nuevo, sino que, por el contrario, creen que no se puede destruir al capitalismo sin destruir al Estado, y no se puede destruir al Estado sin destruir al patriarcado, por eso parten de la organización de sus propias fuerzas de autodefensa a través de comunas y comités solidarios de mujeres, donde su autonomía es indispensable para afrontar la lucha.

En algunas ciudades de Kurdistán son las madres las que defienden a la comunidad. Realmente no importan las ideologías que han separado a la humanidad, con referencia a ese gran bloque humano antifascista en cuanto a si se es marxista-leninista, comunista, anarquista, etc…  Su interés de vanguardia radica principalmente y ante las inclemencias de la guerra, en la pregunta: ¿Cómo podríamos vivir mejor los seres humanos?

Por tanto, se trata de establecer nuevas formas de gobierno que no sean opresivas, lo que implica un alto grado de estudio en contraposición a la educación que forma trabajadora/es que participen del sistema económico dominante; se trata de ser solidario/as, reconociéndonos con la otra y el otro, entablando diálogos y partiendo del amor por la libertad, lo que representa un gran salto cualitativo en la lucha a nivel mundial.

De esta manera, la lucha kurda se hace de frente contra el enemigo dejando de lado el individualismo y con la convicción del bien común, el secularismo, la democracia directa, y la igualdad de género en sociedades autónomas.

como expresan las mismas combatientes kurdas, la entrega es total, no se teme a la muerte; “los mártires nunca mueren, pero los logros de nuestras abuelas y madres por lo menos merecen ser genuinamente, con orgullo y ferozmente defendidos”; y es que enseñan al mundo entero con su arrojo y entrega que una humanidad nueva puede ser posible, que es momento de evolucionar en la lucha y combatir cualquier tipo de opresión.

La lucha por la revolución de las mujeres pareciera ser la más alta de las expresiones internacionalistas, pues se combate al terrorismo internacional y se defienden los pueblos ante la avanzada del imperialismo a través de la toma de conciencia por la liberación de la mujer y la humanidad. En pocas palabras, se está enseñando al mundo una gran lección, donde son las mujeres quienes caminan de la mano, combatiendo y resistiendo, proclamando su derecho a la autodefensa ante los abusos que sufren todos los días.

La lucha que se vive en el Oriente Medio responde al control geopolítico y geoestratégico de las rutas de comercio entre Europa, Oriente y Asia, por lo que una de las consignas de las mujeres del pueblo kurdo es “Defender a Afrin es defender una revolución de las mujeres”. La ciudad de Afrin es la puerta que conecta a Siria con el mundo europeo y quien controle este lugar estratégico será quien controle la ruta más cercana para el envío de recursos como el petróleo al mundo globalizado.

Así, podríamos concluir que la lucha del pueblo kurdo es el mejor ejemplo internacionalista del feminismo insurgente, el hecho que se generen intercambios de solidaridad entre pueblos es un gran aporte para la reflexión de lo que ha sido el conflicto colombiano hasta el día de hoy, y lo que podríamos aprender de un pueblo como el sirio que se mantiene en una guerra constante, cruenta y salvaje, en la que el camino más indicado para propiciar la revolución de las mujeres es abolir toda forma de opresión.

*Felipe Holguín es estudiante de sociología de la Universidad de Antioquia.

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