2 ago. CI.- El pasado 29 de julio se dio un hecho noticioso que se presentó a la opinión pública de la manera incorrecta, se trató de la retractación -léase bien: “echar para atrás”- de las acusaciones que hizo el expresidente, y hoy senador, Álvaro Uribe Vélez contra el Canal Capital y su entonces director Hollman Morris, de algo así como aliados del terrorismo, que en las palabras, lenguaje y expresión populista y violenta del exmandatario es  “afectos a los interés del terrorismo”.

Esta clara afrenta, acusación y señalamiento proferido contra una persona y su equipo de trabajo, de la televisión pública distrital, no pasó desapercibido gracias a la valiente posición de Morris de poner este grave hecho de calumnia y agravio en conocimiento de nuestra mellada justicia, pues, no bastando con ser uno de los países de la región más peligroso para llevar a cabo un periodismo veraz y genuino, quien dice ser el abanderado de las causas justas, puso en riesgo la integridad personal y profesional e intentó acallar la labor informativa de un canal público regional.

¿Se puede hablar, entonces, de reconciliación cuando se atiende a rectificar so pena de incurrir en un delito de señalamiento  y  estigmatización a un medio y un periodista que en su momento cubrieron -cuando otros medios de índole pública o privada no lo hicieron- las declaraciones sobre el proceso de Paz en el marco de las negociaciones del Gobierno Santos y las FARC?

Rectificación no es reconciliación. Rectificación, en este caso, es un gesto de fina y dolorosa hipocresía para un personaje que representa una de las facciones más violentas de la clase emergente. No podemos engañarnos, la reconciliación –léase bien: “volver a unirse”- va más allá de un gesto de declaratoria, supone reconstruir tejido, implica un proceso que supera -como en este caso- el escenario judicial y lo lleva al plano del afecto roto, del pasado con dolor; lo impulsa a ser con otros.

Por ello, deja una inmensa estela de duda que un personaje que es responsable de un sinnúmero de violaciones a los Derechos Humanos e infracciones al Derechos Internacional Humanitario, todos ellos sin juzgamiento efectivo, tenga actos honestos de aceptar y reconciliar. Pero hoy desde la tribuna parlamentaria grita y vocifera a favor de continuar la guerra. De ser así, tendría primero que rectificar su camino.

CI CO/DM/2/8/16/8:02