6 may. CI.- El asesinato de Nicolás Neira por parte de policías, pertenecientes al temido -ESMAD-, hace parte de una serie de crímenes cometidos por esa institución como el caso de Diego Felipe Becerra, Oscar Salas entre otros, los cuales ponen el dedo en la llaga y cuestionan el papel y el carácter de la policía nacional y evidencian la existencia de una estructura criminal.

Nicolás Neira es un caso emblemático para las organizaciones sociales de derechos humanos que refleja la forma como la policía colombiana, en especial el Esmad, actúa violentamente contra las personas que deben defender.

Neira tenía 15 años y cursaba noveno grado en el colegio de secundaria Hermano Miguel de la Salle. El primero de mayo de 2005, participo de la movilización que tradicionalmente las organizaciones sociales realizan ese día, cada año por el centro de la ciudad.

Yuri Neira, padre de Nicolás explicó que su hijo era físicamente frágil; sufría de asma, pesaba 40 kilos y media 1, 50 metros de estatura. Ocho uniformados del Esmad lo atacaron ese primero de mayo de 2005, en la carrera séptima a la altura de la Calle 18. El estudiante de secundaria, fue atacado junto a otros manifestantes, con gases lacrimógenos, patadas y golpes de macanas.
Cuando Nicolás cayó al piso y quedó inconciente, los policías no solo no le brindaron los primeros auxilios, sino que además continuaron golpeándolo. Varios manifestantes se abrieron pasó entre los gases lacrimógenos y los golpes de la policía para sacar a Nicolás Neira y llevarlo a un centro de atención medica.

El seis de mayo de 2005, Nicolás Neira murió en la Clínica Saludcoop de la calle 104 con Autopista Norte, en Bogotá, víctima de un trauma craneoencefálico severo producido por los golpes propinados por los policías del Esmad.

Varios testigos de los hechos, incluidos algunos uniformados que declararon ante la justicia colombiana y la procuraduría coinciden en la responsabilidad del Esmad en la muerte de Nicolás Neira. Por estos hechos fue destituido e inhabilitado para la función publica por 10 años, el Subteniente Edgar Mauricio Fontal Cornejo. Igual suerte corrió el teniente Julio César Torrijo Devia, quien tiempo después fue capturado tras ser atrapado con 103 kilos de cocaína.

Por la muerte de Nicolás Neira no ha habido ninguna condena y su padre Yuri Neira, debió exiliarse ante las amenazas de muerte por exigir justicia para su hijo.

El grafitero Diego Felipe Becerra: Otro falso positivo

Cada vez que se recuerda lo ocurrido a Nicolás Neira, vienen a la memoria otros episodio de brutalidad policial como el asesinato de grafitero Diego Felipe Becerra, quien fue muerto por la policía el 19 de agosto de 2011, tras dispararle por hacer un grafiti.

Diego Felipe Becerra

Diego Felipe Becerra fue asesinado por el patrullero Wilmer Alarcón. Tras un preacuerdo firmado entre la fiscalía y  los patrulleros de la policía Freddy Navarrete y Nelson Rodríguez Castillo, afirman que recibieron órdenes de sus superiores para alterar la escena del crimen. De esta forma los miembros de la policía pretendieron inculpar al joven de 16 años, plantaron un arma de fuego e intentaron hacer creer que la victima estaba armada. Estos patrulleros fueron condenados a 4 años (Navarrete) y 4 años y cinco meses (Rodríguez). Alarcón aun enfrenta el juicio por estos hechos. También están siendo investigados los oficiales de la policía, El general Francisco Patiño, el coronel José Javier Viva y el teniente coronel Nelson de Jesús Arévalo.

Oscar Salas: Otra victima del ESMAD

El 8 de marzo de 2006, el estudiante Oscar Salas fue asesinado por miembros del Esmad que utilizaron las llamadas “recalzadas”. Estas armas no convencionales, son capsulas de gas lacrimógeno rellenas de canicas y explosivos, las cuales además de generar pánico, lanzan gran cantidad de balines, los cuales pueden llegar a ser mortales.

Oscar Salas
El uso de recalzadas es habitual por parte de la policía en las manifestaciones a pesar de que esta prohibido. Las recalzadas es un artefacto construido en vainillas de gases lacrimógenos, rellenas de material de metralla, como fríjoles, bolas de cristal, fragmentos de metal, tachuelas, que son apisonados sobre pólvora negra y sellada con cartón.

Los miembros del Esmad, durante la protesta dispararon esta arma contra el joven estudiante quien recibió el impacto en un ojo. Tras recibir apoyo de varios estudiantes de la universidad, Oscar Salas murió en la clínica fundadores debido a que esta esfera de cristal entro en el globo ocular derecho y se alojo en el cerebro.

Además de ser estudiante de lingüística de la universidad distrital de Bogotá, Oscar Salas era escritor, trabajó en radio, poeta, entre otras varias cosas relacionadas con la cultura.

Por estos hechos la impunidad ha sido la constante. A pesar de que un exmiembro del Esmad, declaró a la Procuraduría General de la Nación  que entre los responsables se encuentra  el mayor Rafael Méndez, el capitán César Torrijos Devia y los patrulleros, Edwin Ricardo Alba, Rolando Bautista Murcia, Noe Alfonso, Carlos Andrey Giraldo Nivia, Arley Lozada y Carlos Jaramillo.

Otra constante de este caso ha sido la permanente obstrucción y dilación a la justicia, a esto se suma las amenazas y continuos desplazamientos que ha sufrido Ana Benilda Ángel, madre de Oscar Salas.

¿Manzanas podridas o toda una institución podrida?

La muerte de Nicolás Neira, Diego Felipe Becerra y Oscar Salas no solo tienen en común, haber sido asesinados por miembros de la policía nacional. En los tres casos, aparecen involucrados altos oficiales interesados en ocultar, obstruir e impedir que se haga justicia.

Más que manzanas podridas, se evidencian estructuras criminales al interior de la policía nacional. En los casos de estos jóvenes asesinados, estas estructuras han intentado manipular pruebas, alterar evidencias y obstaculizar la labor de la justicia colombiana; además cuando las familias de las victimas han intentado exigir justicia y presionar para evitar la impunidad, han sufrido constantes amenazas.

De hecho, Yuri Neira (padre de Nicolás) esta fuera del país debido a las amenazas por exigir justicia. La madre de Oscar Salas, continua exigiendo justicia para su hijo, sino además protección para su vida.

El caso mas evidente de esta estructura dentro de la policía fue el caso del ascenso a general de Francisco Patiño, a pesar de que los padres de Diego Felipe Becerra pidieron que el congreso no autorizara dicho ascenso debido a que este oficial se encuentra involucrado en la muerte del grafitero.

Estas estructuras delincuenciales al interior de la policía han quedado al descubierto en casos como la llamada “Comunidad del anillo” que colocó en evidencia la existencia de una red de prostitución entre policías y funcionarios públicos que además de varias irregularidades  produjo la muerte de la cadete Lina Maritza Zapata y el mayor Óscar Pérez en el 2006. En este caso están involucrados altos oficiales empezando por el general Rodolfo Palomino, quien tuvo que renunciar en el mes de febrero del presente año.

Otra estructura delincuencial, es el llamado cartel para reintegran policías. Por este mecanismo, varios uniformados vinculados con delitos de narcotráfico, paramilitarismo, secuestro, corrupción entre otros delitos, fueron reintegrados a la institución, recibiendo indemnizaciones de 500 o más millones de pesos. Este cartel ha reintegrado a más de 900 policías.

A esto se suman escándalos como el del general Mauricio Santoyo, extraditado a los Estados Unidos por narcotráfico y quien confeso en 2012, haber colaborado con grupos paramilitares. Este general vinculado a las “chuzadas” o interceptaciones telefónicas ilegales (otro escándalo de la policía), fue jefe de seguridad del entonces presidente Álvaro Uribe Vélez.

Aun esta pendiente que se haga justicia a favor de victimas como Nicolás Neira, Andrés Felipe Becerra u Oscar Salas. La pregunta que queda en el aire es ¿Ante la evidente existencia de estas estructuras criminales dentro de la policía; por qué el congreso de la republica busca aprobar el nuevo código de policía que le da tantos dientes a esta cuestionada institución?

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