28 jun. CI.- Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia –FARC- dejan a un lado la lucha armada como forma de hacer política, luego de 53 años de vida organizativa. Transcurridas tres fases con entregas parciales, la Organización de Naciones Unidas –ONU- anunció que tiene en su poder el 100% de las armas individuales de esta agrupación guerrillera. Este 27 de junio, en un día histórico para el país, dejan de ser una fuerza en armas.

Hace más de medios siglo, un grupo de campesinos herederos de La Violencia bipartidista, con apoyo de comunistas y liberales, se levantaban en armas y alzaban su grito de lucha desde Marquetalia, Tolima. Nacían las FARC como una guerrilla campesina.

Las FARC se despiden de sus fusiles y con esto sellan  su palabra de dejar la confrontación armada y transformase en una organización dentro de los marcos de la democracia y legalidad colombiana.

La dejación de las armas

La entrega de las armas individuales se desarrolló en tres grandes fases. En la primera, concluida el 8 de junio, se recolectaron un poco más del 30% de armas.

La segunda fase contó con más polémica pues la ONU dio en un primer momento un reporte parcial donde expresaba que sólo tenía en su poder el 40% de las armas cuando debía ser el 60%. Este pronunciamiento fue aprovechado por el Centro Democrático y otras fuerzas opositoras al proceso de paz para difundir la idea del incumplimiento de las FARC y el fracaso del proceso. Finalmente, el 16 de junio las Naciones Unidas comunicaban el final de este momento con el saldo positivo del 60% de armas en sus contenedores.

La última fase inició el 20 de junio y terminó seis días después con el reporte de la dejación total de las armas individuales de esta insurgencia. El proceso de desarme en las 26 Zonas Veredales llegó a su fin.

“Al día de hoy –expresaba la ONU-, la Misión tiene almacenado el conjunto de las armas individuales de las FARC-EP registradas: 7132 armas, salvo aquellas que, de conformidad con la Hoja de Ruta, servirán para dar seguridad a los 26 campamentos de las FARC-EP hasta el 1 de agosto de 2017. Para esa fecha, la Misión habrá almacenado todo el armamento existente en los campamentos y extraído sus contenedores de las Zonas y Puntos Veredales de Normalización, los cuales pasarán a ser Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación. Hasta el momento, la Misión ha verificado 77 caletas de las cuales ha sido extraído el armamento y destruido municiones, explosivos y armamento inestable”.

El acto formal de cierre de este proceso se adelanta en Mesetas, en el Departamento del Meta, escenario de histórica presencia de la guerrilla. En el evento estuvieron los países garantes, el presidente Santos, el Comandante de las FARC Rodrigo Londoño, combatientes, comunidades de la región y múltiples invitados.

Los sin sabores

Las FARC han hecho evidente su cumplimiento con el acuerdo pero la entrega de armas se ha desarrollado a puerta cerrada. Esta organización no quiere difundir imágenes donde se vean combatientes entregando su armamento pues el proceso de paz, desde su óptica, no es una entrega ni una rendición al enemigo. La dejación de armas no se quiere confundir con derrota.

Sin embargo, esta decisión sumada al descredito que ha acumulado el actual gobierno y la oposición de la derecha al proceso de paz ha generado importantes costos políticos. En la agenda pública no se le ha otorgado el peso suficiente al momento vivido y la sociedad no ha podido asimilar como suyo el proceso tan importante de cierre de la guerra con una de sus fuerzas y la construcción de paz consecuente.

El evento de este 27 de junio le da fuerza al conjunto del proceso de desarme. Las FARC avanzan cada vez más hacia su transformación en partido político legal. En agosto tendrán su primera conferencia sin armas. De aquí a entonces queda pendiente una última etapa de desarme: la entrega de las aproximadas 900 caletas con material de guerra.

El cumplimiento por parte del Estado no ha sido igual. La Corte Constitucional le dio un fuerte golpe al “Fast Track”. Mediante este procedimiento sólo se han aprobado seis leyes y actos. Quedan pendientes  importantes temas como las Circunscripciones Especiales para la Paz (“zonas especiales” que se ubican en territorios golpeados por el conflicto armado). De igual forma, los y las prisioneras políticas de las FARC han entrado en una Jornada Nacional de Movilización por el cumplimiento de los Acuerdos pues la Ley de Amnistía no se ha aplicado a cabalidad y avanza lentamente. De 3100 personas reconocidas por FARC solo 832 han sido beneficiadas.

Más allá de la dejación de armas

La entrega de los fusiles es sólo una parte de los acuerdos. Estos también contemplan reformas y transformaciones para el país, en  particular para el sector agrario y para la oposición política. Sin embargo, en ellos poco se ha avanzado y el incumplimiento del gobierno es constante. Dichas reformas son básicas para que la paz no sea únicamente la dejación de armas.

Mientras tanto, en la Mesa de Quito se cocina el cese al fuego bilateral entre el Gobierno y el Ejército de Liberación Nacional. Dos acontecimientos que constituyen grandes pasos para el fin del conflicto armado en Colombia.

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