31 may. CI.- Desde el 10 de mayo, en Sabanalarga (Antioquia) alrededor de 180 barequeros, pescadores y campesinos se vieron obligados a ocupar el Palacio Municipal, buscando refugio y ayuda humanitaria de los Gobiernos locales y nacionales por causa de la inundación del Río Cauca, el cual ha sido represado por Empresas Públicas de Medellín -EPM- en lo que se conoce como El Desastre de Hidroituango.

El taponamiento de uno de los túneles de Hidroituango, que causó la inundación de las riberas del Río Cauca, se da “por la madera que dejaron en la orilla del río porque esta gente [la Reforestadora de la costa, compañía de tradición forestal y ambiental -Refocostas-], no recogió lo que taló”, afirma Tulio Rodríguez integrante de Asociación de Mineros de Sabanalarga -Asomisab- e integrante del Movimiento Ríos Vivos.

A pesar de la presencia de casi 20 días en el despacho del Alcalde Cesar Alonso Cuadros Cebolla; este ha hecho caso omiso, no ha dado soluciones a la comunidad y baja la mirada cuando se cruza con los habitantes afectados de su pueblo. Su argumento y el del Gobierno Departamental es que los habitantes de Sabanalarga no están en Alerta Roja, debido a que el río esta distante al parque principal. Sin embargo, los barequeros y pescadores han quedado en extrema precariedad por la pérdida de su oficio. “Ahora ni pescado, ni minería estamos fregados”, expresa Orlando Vázquez, integrante de Asociación de Mineros de Sabanalarga -Asomisab- e integrante del Movimiento Ríos Vivos.

En el parque municipal se encuentra instalada una carpa con ollas y leña donde preparan la poca comida -algunas veces donación de estudiantes y organizaciones sociales- para la comunidad. La situación humanitaria se encuentra en grave riesgo debido a la escasez de alimentos y algunos días se ha cortado el agua.

Debido a la inminente amenaza del Río Cauca represado por EPM, los barequeros y pescadores se vieron obligados a desalojar sus “ranchos o cambuches” y, por ende, dejar su fuente de empleo. El barequeo se combina con la pesca y con el cultivo de yuca, maíz, café, frijol y plátano. Este se hace de manera intermitente de acuerdo a la época del año. Los barequeros arman sus ranchos y son nómadas alrededor del río, así combinan ese sustento con otras actividades campesinas.

La relación con el río

El «Patrón Mono» (como le llaman en la región al Cauca) es el proveedor de empleo en Sabanalarga. Los oficios pasan de generación en generación, se aprenden desde niños. Para ellos, «el patrón» no ponía problema por sus horas de llegada, por sus días de trabajo. “Eso era un patrón que si uno llegaba a trabajar una hora, no lo decía nada, a la hora que llegaba bien llegado. Uno tiraba el anzuelo y tenía cuatro o cinco pescaditos ahí tenía para la comidita”, cuenta Vásquez mientras en sus ojos se ve la tristeza de no saber que sustento le puede llevar a su familia.

De igual forma Rodríguez habla de la incertidumbre de su futuro sin el río. “Por eso lo llamamos el Patrón el Mono, porque allá nosotros no necesitábamos hojas de vida para ir a trabajar. A la hora que llegaba usted trabaja. Si uno quería pescar, pescaba; barequear, barequeaba. Ahora con Hidroituango, ¿qué nos vamos a poner hacer ya que no tenemos absolutamente nada?”.

Las posibles soluciones que ha brindado EPM son en favor del turismo. Esto, además de no ser inmediato (como lo necesita la comunidad), irrumpe con la tradición barequera y pescadora así como cambia el modelo de vida de los habitantes del territorio.

El pez grande se come al pez pequeño

Lo sucedido con Hidroituango ejemplifica la situación a la que se ven enfrentados los pobladores de Colombia con el modelo minero–energético y políticas extractivistas que se impone en los territorios. Existen varias experiencias como Urra I y II (en la Colosa) y la represa de Guatapé (en Antioquia) que inundaron los territorios donde se implantaron para producir energía e imponer el turismo.

“El pescado más grande se come al más chiquito. No mira el pobre, siempre lo mira para darle en la cabeza, para joderlo”, cuenta Vásquez. Los empresarios proyectaron en Hidroituango producir energía para exportar , imponiéndose sobre más de 12 municipios.

Hidroituango rompería el tejido social de pobladores desplazados (desde la década de 1990) y quienes ahora son desalojados por la megaindustria. “En estos momentos, con la situación que tenemos con la hidroeléctrica Ituango, que nos sentimos desplazados totalmente del Río Cauca; ¿cómo ahora vamos a tirar la atarraya o a pescar con anzuelo? Ya no es lo mismo, ya a uno le da miedo. EPM compró los terrenos”. Las fincas aledañas al río fueron compradas y tienen vigilantes de seguridad privada para que los campesinos no bajen hasta al río. Algunos fueron amenazados y han vivido intentos de desalojo por parte del Escuadrón Móvil Antidisturbios -Esmad.

La emergencia comenzó la semana del 7 de mayo pero la lucha contra Hidroituango viene desde 2011. Ese año fue otorgada la Licencia a EPM para explotar la zona. Los campesinos, barequeros y pescadores se organizaron en asociaciones y en el Movimiento de Ríos Vivos para resistir a este proyecto.

Sin embargo, cada vez se siente más cerca otro desastre. A pesar de los esfuerzos de diferentes organismos, el Río Cauca se mueve con fuerza en busca de su cauce natural.

CI CC/PC/31/05/18/12:00