4 mar. CI.- La Política del Afecto vivió este 2 de marzo en el Estado de Táchira (Venezuela) con un gran “abrazatón” donde venezolanos y colombianos afianzaron sus resistencias como un solo pueblo. Este fue el segundo día del Encuentro Uniendo Pueblos por la Paz.

Delegaciones con más de 2.000 personas de diferentes regiones de Colombia y Venezuela viajaron hacia el Estado de Táchira para asistir al Encuentro. Se dieron cita en el país vecino para finalizar el evento con artistas como Dame Pa Matala, Sandino, Campesinos Rap, Cultores Rebelados, Che Guerrero y el Tocayo Vargas.

La tarima, ubicada sobre la Avenida Bolívar, reunió procesos sociales y artistas de ambas naciones. Táchira, como territorio frontera con Colombia, es uno de los sitios de poder de la oposición venezolana. A lo largo del concierto artistas del grafiti cambiaron la publicidad política opositora de las paredes por murales con mensajes de paz y resistencia cultural.

Este Encuentro también contó con la presencia de la Alcaldía de Táchira. Las y los asistentes visibilizaron y apoyaron la realidad social y política venezolana, así como denunciaron que esta es producto de un intento de intervención extranjera con miras a desestabilizar al país económicamente.

El Gobierno de Colombia juega un papel primordial en la construcción de esta crisis como aliado político de Estados Unidos y la derecha internacional. “Lo primero que debemos interpretar de Venezuela es que hay un esfuerzo por parte del pueblo para salir de esta crisis ya que hay un ataque internacional financiero y no hay ningún medio que te diga en este momento que está pagando la tasa de interés más alta del mundo, 44% de interés sobre cualquier préstamo”, dejó claro el economista venezolano Oscar Javier Forero durante las mesas de trabajo desarrolladas en la primera jornada de Uniendo Pueblos por la Paz.

Cúcuta: el reflejo de una Colombia históricamente en crisis

Cúcuta, como ciudad vecina, ha sido la primera en sentir los impactos de la crisis en Venezuela. Gran parte de la migración venezolana hacia Colombia entra por este territorio, pero más que la migración (con problemas de salubridad, seguridad y empleo) lo que más aqueja a este territorio de ambas naciones es que ahí convive el paramilitarismo con el tráfico en todas sus variables.

El mayor centro de salud de esta ciudad, Hospital Universitario Erasmo Meoz, está al borde del colapso por una deuda de más 42.000 mil millones por parte de las Entidades Promotoras de Salud -EPS-. El desempleo alcanzó el 15,3% durante el mes de septiembre del año pasado. Por esta razón, aumentó el trabajo informal y la inseguridad se disparó por la aparición de nuevas “ollas” de estupefacientes controladas por el paramilitarismo. Además, crecen los anillos de miseria pues el Código de Policía criminaliza el derecho al trabajo.

A todo esto se le suma la violencia política que se ha recrudecido en los últimos años con la reconfiguración de la parapolítica, representada en el exalcalde de la ciudad Ramiro Suárez, quien desde la cárcel sigue controlando el territorio. El actual Alcalde, César Rojas, sigue los pasos de su antecesor.

“Es imprescindible que la juventud juegue un papel fundamental en la edificación de nuestras Fronteras de paz, generando mecanismos participativos donde su rol sea propositivo, ejecutivo y de proyección a su formación individual y colectiva que contribuya a la transformación de la realidad actual, basada en valores éticos y respeto. Así mismo la mujer baluarte constructora, forjadora de nuestro vivir como sujeto político y social, quien contrarrestando la cultura machista y patriarcal, es pilar fundamental en la construcción de un futuro esperanzador”, declaró como conclusión el Encuentro Uniendo Pueblos por la Paz.

CI MM, JO, JD/PC/04/03/18/