El caso del teatro Atalaya de Cúcuta, que pretendía ser utilizado como cuartel del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) abrió la puerta al debate sobre otros espacios culturales que se mantienen en el sector pese al olvido del Estado. En esta ocasión, los defensores de la Casa de la Juventud manifestaron en qué condiciones se encuentra el espacio.

Son pocos los escenarios de cultura popular que sobreviven al tiempo en Cúcuta y la mayoría de éstos viven el abandono de la Gobernación y la Alcaldía. Un ejemplo fue el mencionado caso del teatro Atalaya que sólo tras veinte años de espera para que la inversión, recibió la inyección de recursos motivada por la decisión de Donamaris Paris, alcalde de la ciudad, de disponerlo como sede del Esmad. 

Los grupos de danzas ‘Así es mi Pueblo’ -dirigido por Jesús Antonio Soledad- y el Grupo Dantek -dirigido por Fernando Valencia Robles-, interactuan al interior de esta sede juvenil. Ambos tienen la responsabilidad de formar niños, niñas y jóvenes en danza, con el objetivo fortalecer la identidad cultural y regional a través de procesos pedagógicos y culturales,  rescatando la  identidad “cucuteña”, influenciada por la cultura de Venezuela, esto por ser zona de frontera. Un segundo objetivo por el que se trabaja en la Casa de la juventud de Juan Atalaya es “el fortalecimiento de procesos para la integración armónica del joven en la sociedad”

En Cúcuta se construyeron dos casas de la juventud: la de Juan Atalaya y la de la ciudadela la Libertad. Esta última aparentemente dejó de existir por el poco apoyo recibido por las administraciones municipales, dejando a la primera como el único escenario para que los jóvenes desarrollen sus talentos.

Jesús Soledad es responsable del escenario cultural, además  es docente de un colegio del municipio. Con más de diez años de participación en la Casa de la Juventud, entiende la importancia de este espacio para los jóvenes. Para Soledad, la problemática fundamental de la Casa es económica porque no se reciben recursos de ningún ente gubernamental o institucional, lo que significa que ellos mismos deben mantener el espacio no sólo a partir de las actividades de danza, karate, capoeira y comunicaciones sino también de sus propios recursos.

“A veces tenemos ciertas incomodidades con algunos vecinos porque no hay un sentido de pertenencia que esto es de la
comunidad y nos dejan basura a los alrededores o gatos recién nacidos” expresó Soledad.

Un estudio realizado por la administración local evidenció que los cucuteños tienen muy poco interés por la cultura. Esto se debe a la poca información de las actividades artísticas que se realizan en la ciudad y del desconocimiento sobre la existencia de los espacios. La encuesta revela que los cucuteños optan por ir a cine antes que a una obra de teatro, en algunos casos nunca han asistido a un evento de estos. Prefieren, según el estudio, visitar un centro comercial que un museo.

Esto demuestra que la ciudad y el departamento necesitan una política de promoción y de educación cultural donde las expresiones artísticas sean protagónicas, pues son ellos quienes conocen la realidad y lugares como la Casa de la Juventud se convierten en sitios invaluables para mantener activos.

Finalmente, vale la pena recordar que en 1994 con el Programa Mujer, Juventud y Familia de la Primera Dama de la Nación, se construyó la Casa de la Juventud. Un espacio creado para que los jóvenes empleen el tiempo libre en actividades culturales, deportivas, sociales al tiempo que se  evita el  acercamiento a la drogadicción. Hoy, este escenario corre el riesgo de desaparecer, ¿hay voluntad gubernamental para rescatarlo? los antecedentes