17 sep. CI.- Durante los primeros días del mes de septiembre se han presentado de manera sistemática, múltiples incendios en el territorio colombiano. El Páramo de Santurbán, Nimaima en Cundinamarca y los Cerros de Cali son los últimos lugares afectados por este tipo de catástrofe ambiental.

Durante todo el año, según la Dirección Nacional de Bomberos, se han presentado más de 500 incendios en el país, los departamentos mas afectados han sido Cundinamarca, Nariño y Tolima, este último con un total de 2.150 hectáreas de bosques afectados. Instituciones como el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales – Ideam- atribuyen estos incendios a las altas temperaturas que se presentan en varios territorios del país, sin embargo, al respecto, el director nacional de Bomberos de Colombia, Germán Andrés Miranda, indicó que el 98% de los incendios forestales de este mes fueron causados por humanos.

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Durante la reciente emergencia en Cali (Valle del Cauca), en la que los cerros en Cristo Rey ardieron más de 8 horas el pasado 10 de septiembre, se logró comprobar que fue un hecho criminal orquestado por personas de las cuales aún se desconoce su paradero y las razones de su provocación, caso similar presenta la pasada emergencia en Nimaima (Cundinamarca).

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El total de hectáreas consumidas por el fuego en Colombia en el 2019 suman un total de 100.000 agrupadas en más 2.200 incendios forestales, convirtiéndose en la cifra más alta desde hace 20 años, según la Unidad para la Gestión del Riesgo de Desastres -UNGRD-.

Por otro lado, se calcula que el impacto ambiental incluye desde la pérdida de distintas especies vegetales, hasta importante pérdida de miles de especies de animales que mantienen su hogar en ese nicho ecológico, de las cuales muchas son especies endémicas (únicas) de las regiones afectadas. En Cundinamarca según la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca -CAR-, más de 20 especies se han visto afectadas por los fuertes incendios que se han presentado, entre ellos venados, tigrillos, zarigüeyas, zorros, armadillos, tortugas, boas, iguanas y aves como búhos,
lechuzas, águilas y halcones que habitan estas zonas y son desplazados a otras donde también se genera una afectación de tipo biológico (invasión de otros ecosistemas y zonas urbanas).

Sumado al daño ambiental irreparable en corto o mediano plazo, también hay un daño social y étnico que incluyen poblaciones de campesinos que viven en estas regiones y también a las comunidades indígenas, quienes usan los recursos naturales de estos territorios para mantener sus prácticas sociales y culturales.

Por ejemplo, en marzo de 2019, un incendio forestal en la vereda Tigrera, jurisdicción de Minca (Sierra Nevada de Santa Marta), destruyó 53 viviendas y arrasó más de 800 hectáreas de territorio en donde habitaban bosques y cultivos de los resguardos indígenas del pueblo Kogui.

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Mas allá de las cifras o datos estadísticos que las instituciones públicas informan a la sociedad, actualmente los planes de acción que tienen como fin mitigar e impedir este tipo de daño ambiental, han sido negligentes, así lo ha asegurado la investigadora Dolors Armenteras, directora del grupo de investigación en Ecología del Paisaje y Modelación de Ecosistemas -Ecolmod-, “se debe realizar un trabajo continuo de prevención, minimizar el riesgo, y, en los casos inevitables, manejar la emergencia y recuperar las áreas afectadas. Esta labor no se puede limitar a los meses en que suelen presentarse este tipo de eventos (enero y febrero, que son los más secos), sino que se debe hacer durante todo el año».

CI SC/AO/17/09/2019/14:00