27 ene. CI.- Luego de conquistar 1.500 kilómetros y 10 departamentos, los “Embajadores en Bici” viajaron desde Cúcuta en Norte de Santander hasta Ipiales en el departamento de Nariño. La travesía tuvo una duración de 21 días viajando desde el 21 de diciembre y llegando a Ipiales el 10 de enero.

“Embajadores en Bici” es un proyecto liderado por tres integrantes del Colectivo Fuerza Popular de la ciudad de Cúcuta, cuyo objetivo principal es posicionar el deporte como herramienta de transformación social y fomentar el “bici-turismo social” para hacer lecturas amplias sobre los lugares visitados, con el fin de conocer el país donde habitamos y reconocer las problemáticas de las comunidades.

Los Embajadores en Bici

“Las embajadas son representaciones diplomáticas de unos Gobiernos con otros, en nuestro caso un Gobierno Popular, de la gente para la gente. La idea de ser “Embajadores en Bici” es justamente jugar con estos significados dados por la política tradicional y evidenciar, en primer lugar, que las fronteras son imaginarias, son más las cosas que nos unen que las que nos separan, somos hermanos y la integración de los pueblos es el camino para la construcción de la verdadera paz, donde la xenofobia no tiene cabida” expresó Jonathan Salgado, integrante del Colectivo Fuerza Popular.

Contaron además que en el camino se encontraron con personas que, bajo el estigma de que cualquier viajero es venezolano o venezolana, les intentaron tratar con xenofobia.

“Tuvimos muchas veces que dejar en claro que éramos colombianos, pero que aunque fuera caso contrario, no estaban en ningún derecho de tratarnos diferente. En ocasiones nos gritaban cosas en la carretera, otras veces nos decían “pobrecitos”, o nos preguntaban que a qué veníamos al país, entonces tuvimos que empoderarnos de ese mensaje de integración de los pueblos y dejarlo en claro cada vez que nos cruzábamos con alguien así” recordó Salgado.

Otra de las cosas con las que tuvo que lidiar la única mujer de este grupo de tres, fue con el machismo, evidente en cada calle y carretera de Colombia.
“En absolutamente todos los lugares donde estuvimos y pasaban manes a pie, en carro o moto, y veían que yo era mujer, echaban pito, gritaban cosas, me hacían gestos. Claro, esto sucedía cuando yo iba lejos de mis dos compañeros, porque mientras veían que estaba con dos hombres, jamás se atrevían a algo. No había diferencia entre hombres de campo o ciudad, absolutamente todos, al ver que yo era mujer, algo hacían o decían, como con ese afán de ofender, menospreciar, cosificar” aseguró Jessica Ortega, integrante del Colectivo Fuerza Popular.

Ortega agregó que para poder pedalear “con tranquilidad” tuvo que, al llegar a la ciudad de Bucaramanga (Santander), comprarse un “buff” (accesorio usado por motociclistas y ciclistas para cubrir el rostro) y así simular que quien iba sobre esa bicicleta era un “campeón” más, de los muchos que se atreven a pedalear Colombia.

Jessica Ortega de los Embajadores en Bici

“Cuando pasa la gente y te ve atrás del grupo inmediatamente piensan “claro, es mujer, la más débil”, entonces te tratan de ‘niña’, de ‘muchachita’, y te intentan dar ánimos “ya casi los alcanza”, pero cuando te ven delante del grupo lo que piensan es “la están escoltando, la están esperando”, entonces los mensajes de aliento son para tus compañeros, hombres valientes, arriesgados, campeones. Una vez empecé a ocultar mi rostro, entonces los campeones éramos 3, y no sólo dos, y ya no habían pitos, comentarios ni gestos, ya estaba yo lista para pedalear con tranquilidad por mi país, así, pedaleando como hombre” recalcó Ortega.

Añade que estos malos ratos eran compensados por la majestuosidad de paisajes que ofrece la geografía colombiana, y fue así como hallaron la tercera problemática: la venta de los recursos naturales a las multinacionales, alimentando las políticas extractivistas del Gobierno Nacional.

Montañas en el departamento de Nariño en el Suroccidente de Colombia

“Ya no sólo era la xenofobia o el machismo, sino ver que realmente estamos en un país muy rico, biodiverso, y no estamos haciendo nada para proteger los territorios o para apoyar y aportar los procesos sociales que están teniendo estas iniciativas, estamos dejando que nos lo quiten empresas extranjeras en complicidad con el Gobierno”, comentó Juan David Galvis, integrante del Colectivo Fuerza Popular.

Entre los territorios que visitaron se encontraron con 10 departamentos: salieron desde Cúcuta (frontera con Venezuela) hacia el sur del país por Pamplona (aún Norte de Santander) hasta llegar a Santander. Del Magdalena medio hacia Boyacá, cruzaron por “La Dorada” (Caldas) y llegaron a Ibagué, en el departamento del Tolima. Luego de enfrentar el gran reto del Alto de la Línea, llegaron a Armenia (Quindío). De allí hasta el Valle del Cauca, pasando por Palmira, Santander de Quilichao, para llegar a Popayán (Cauca), de donde arrancaron su tramo final que los condujo hasta la ciudad de Pasto (Nariño) y finalmente a Ipiales, frontera con Ecuador.

“Al salir de Pamplona y empezar la zona de páramo con el Santurbán y el complejo del Almorzadero reflexionamos la importancia de unirnos para defender este territorio de las empresas mineras que quieren explotar la zona. Vemos nuevamente cómo la multinacional árabe Minesa ha radicado de nuevo un Estudio de Impacto Ambiental para optar por la licencia ambiental que le permita ejercer la minería en este ecosistema protegido” mencionó Salgado.

La importancia de la unidad social la focalizan en el ejemplo que nos dio Cajamarca (Tolima) hace 2 años cuando por medio de una consulta popular, con el 97% de los votantes, rechazaron la construcción de una mina de oro a cielo abierto en su territorio.

“En el parque principal de Cimitarra (Santander) nos encontramos con la sorpresa de que un Perezoso iba bajando un árbol, y los habitantes ya están acostumbrados a este espectáculo que para nosotros fue algo nuevo. Nos contaban que hay como 4 y bajan a buscar frutas y agua. Esto es importante si tenemos en cuenta que esta especie es bastante amenazada por el comercio ilegal de su carne, o para tenerlos como mascotas y las Corporaciones Regionales que son las encargadas de protegerlos, siguen sin hacer algo” recalcó Galvis.

Este tema trae a colación la noticia acerca de la autorización por parte del Ministro de Ambiente de la venta de caimanes para el comercio de su piel en una zona de Córdoba.

Aunque el Gobierno argumentó que no se va a permitir su caza sino la explotación comercial de la piel de caimanes con una edad promedio de 6 años crecidos en criaderos y que “no hay riesgo de extinción”, esta práctica no deja de ser preocupante si tenemos en cuenta los antecedentes de excesos frente a estos temas, que ha traído como consecuencia la completa extinción de innumerables especies de fauna en nuestro país.

La deforestación, la contaminación automotriz y los monocultivos también fueron problemáticas con las que se toparon. Evidenciaron en zonas del Magdalena Medio ríos secos por monocultivos de Palma Aceitera, y a empresas petroleras esparciendo desechos directamente al río Magdalena, así como a comunidades marginadas por estas prácticas extractivistas.

Recordaron, al pasar por Armero (Tolima), aquella avalancha de lodo, agua y lava que sepultó todo el municipio el 13 de noviembre de 1985 donde hasta al día de hoy se le ha pedido al Gobierno que reconozca su responsabilidad ante esta tragedia.

Rastros del desaparecido municipio de Armero en en departamento del Tolima

Esta catástrofe fue catalogada como previsible, geólogos y otros expertos ya habían advertido a las autoridades y a los medios de comunicación sobre el peligro, semanas previas a la tragedia, fue ignorada por el entonces Ministro de Minas y Energías, Iván Duque Escobar (padre del Presidente de la República Iván Duque), quien dijo que los que pedían evacuar mostraban un “dramatismo extremo”; horas más tardes el mundo conoció el horror que vivió Armero, aquel miércoles del 85.

Hablaron también acerca del mal estado de las vías y la falta de garantías por parte del Estado para los campesinos y sus actividades comerciales y agropecuarias.

“Sólo recorrimos 1.500 kilómetros de la gran extensión del territorio nacional y algo evidente fue la remilitarización de los territorios. En diciembre, por ejemplo, que el Ejército de Liberación Nacional –ELN- había anunciado su ‘Tregua de navidad por la paz’, un cese de operaciones ofensivas entre el 23 de diciembre del 2018 y 3 de enero de 2019, fue cuando más se fortalecieron los retenes y cada vez que agarramos carretera eran más y más frecuentes. Una vez, entre el Cauca y Nariño hubo un retén bastante largo, y los militares, al ver que no hacíamos ningún gesto de saludarlos, intentaron ponerse a la defensiva. Querían que correspondiéramos al gesto que hacen para que la ciudadanía exprese que está de acuerdo con su estrategia de guerra” puntualizó Ortega.
Según narran, los militares hicieron comentarios entre ellos pero los dejaron pasar sin problema alguno.

Lo que más destacan de esta travesía es la real diversidad de nuestro país y nuestra tarea en su defensa, protección y preservación, así como la hospitalidad que caracteriza al colombiano y a la colombiana, dejando a un lado sus diferencias y trabajando en unidad. Invitan además a la ciudadanía a seguir estos proyectos que posicionan al deporte como una herramienta de transformación social para salir de prácticas autodestructivas que impone el sistema consumista como estilo de vida para la sociedad.

CI AC/FC/27/01/2019/12:30