10 oct. CI.- El pasado domingo 7 de octubre se celebró en Brasil la primera vuelta entre los candidatos a la presidencia. El postulado por el Partido Social Liberal, Jair Bolsonaro de extrema derecha, y el candidato del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, pasaron a segunda vuelta. El escenario, sin embargo, plantea un clima de polarización entre el peor autoritarismo de extrema derecha y la socialdemocracia, que se resolverá el próximo 28 de octubre.

Jair Bolsonaro

Excapitán del ejército y diputado hace dos años, se ha convertido en la cabeza política de la ultraderecha brasilera. Abiertamente homofóbico, racista, pro-tortura y de posturas antidemocrática (pues no han sido pocas las veces que ha declarado extrañar la dictadura) presenta para Brasil y Latinoamérica el más reciente y drástico caso de giro a la derecha en el continente.

Su candidatura ha mezclado el apoyo de sectores religiosos, que ha ganado al proponer la penalización del aborto, evitar el matrimonio igualitario, y una fuerte política de penalización del consumo de drogas; élites económicas, postulando impuestos hasta del 20% a las clases trabajadoras; y grupos pro-armas en Brasil, que incluso han llegado a los puestos de votación a sufragar armados.

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A esto último debe sumarse dos elementos concretos. El primero, el clima de desesperanza de la población frente a los partidos políticos alternativos, impulsada por el juicio político y posterior destitución de la ex-presidenta Dilma Rouseff, y las sentencias contra el ex-candidato Lula Da Silva -que se mantiene en prisión a pesar de fallos a su favor. El segundo, la crisis económica que ha llegado a 12.7 millones de personas en desempleo, los 12 millones de brasileños que están por debajo de la línea de pobreza y los crecientes casos de inseguridad. Frente a esto, una figura de autoridad que propone control, mano dura y medidas ultra-neoliberales -recorte y eliminación de derechos y privatizaciones– ha tomado gran popularidad y respaldo, a tal punto que casi dobla votación a Haddad, su contrincante más próximo.

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Para segunda vuelta

Ante este escenario complicado aparecen dos opciones importantes. El primero, liderado por mujeres y fuerzas alternativas se ha movilizado bajo el lema “#EleNao” (él no), y desde el arte, la cultura y la música ha denunciado lo perjudicial y peligrosas que son las posturas del candidato Bolsonaro para los derechos de las mujeres, comunidades LGTBI+, negros e indígenas. Y el segundo, la postura del contrincante Fernando Haddad, que si bien fue superado en la primera vuelta -al obtener un 29% de votos-, ha centrado su agenda en acercar a sectores democráticos y moderados en oposición al fascismo.

Así, desde la movilización social el pueblo brasileño ha vuelto a tomar las calles y las plazas y apunta en la construcción de agendas conjuntas, que busquen el triunfo democrático y la defensa de los derechos -históricamente conseguidos- al trabajo digno, la salud y la educación, y, sobre todo, la posibilidad de volver a creer en proyectos políticos alternativos.

El próximo 28 de octubre los brasileños y brasileñas volverán a las urnas para elegir en segunda vuelta. Tras las votaciones se conocerá si este país se mantiene en el camino democrático e incluyente o si por el contrario, el país de la samba da un giro hacia la extrema y antidemocrática derecha que encarna Bolsonaro.

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