Hoy la Coalición de Izquierda Radical -Syriza- asume el timón del Estado en Grecia tras la crisis económica y las políticas de ajuste. El analista político Alejandro Mantilla Q. resalta en este artículo las “lecciones para la izquierda anticapitalista del mundo: la unidad, la apertura, la persistencia en el radicalismo, la centralidad de la movilización y la generación de alternativas reales para las mayorías golpeadas por el capital”.

Por Alejandro Mantilla Q.*. Al momento de escribir estas líneas, durante la madrugada del lunes, según la web oficial de las elecciones el escrutinio ya llega al 97.49%. Syriza es el gran vencedor de la jornada con un 36.36% de los votos, obteniendo 149 escaños en el parlamento, faltándole apenas dos curules para alcanzar la mayoría absoluta. Le sigue el partido Nueva Democracia con 27.8%, formación de centro derecha encabezada por Antonis Samarás, quien venía liderando el inestable gobierno de alianza con los partidos socialdemócratas Pasok -Movimiento Socialista Panhelénico- y Dimar -Izquierda Democrática-. El tercer lugar lo ocupa el movimiento fascista Amanecer Dorado con el 6.28%, a continuación se encuentra la formación liberal socialdemócrata To Potami -El río- con el 6.06% de los votos. El quinto puesto lo obtiene el KKE -Partido Comunista Griego- con 5.48%. El Partido de los Socialistas Democráticos del ex primer ministro Yorgos Papandreu apenas obtuvo un 2.44%, no tendrá curules en el parlamento al no alcanzar el umbral requerido.

La coalición

Syriza surge en 2004 como un frente electoral que agrupa variados sectores radicales situados a la izquierda de la socialdemocracia. Se destaca especialmente Synaspysmos -Coalición de la izquierda y los movimientos-, organización donde milita Alexis Tsipras. También encontramos organizaciones maoístas como KOE -Organización Comunista de Grecia-, de inspiración trotskista como DEA -Izquierda Internacionalista de los Trabajadores- o ecosocialistas como AKEA -Izquierda Ecológica Comunista-. Junto a ellas confluyen múltiples iniciativas feministas, juveniles, ecologistas, antirracistas, alterglobalizadoras y de diversidad sexual que generan una amplia pluralidad al interior de la coalición.

Uno de los principales aciertos de Syriza es lograr vincular a las organizaciones de la izquierda radical clásica -muchas de ellas resultado de las escisiones del KKE-, con las nuevas expresiones de los movimientos sociales contemporáneos. Los principales liderazgos del partido son jóvenes profesionales urbanos (como el propio Tsipras, que tiene cuarenta años), y viejos cuadros comunistas que resistieron a la dictadura de los Coroneles, generando una mixtura generacional que combina experiencia y renovación, viejas y nuevas demandas, equilibrando un amplio espectro de posiciones anticapitalistas.

La crisis, el ajuste, la estrategia

Hoy en Grecia alrededor de 1.3 millones de personas (el 26% de la fuerza de trabajo) están desempleadas. En comparación con 2009 los salarios se han reducido en un 38% y las pensiones en un 45%. Un 18% de la población no puede obtener ingresos para satisfacer sus necesidades alimentarias y un 32% se encuentra debajo de la línea de pobreza.

Esta difícil situación se explica por los efectos de la crisis financiera global que ha golpeado a ese país en los últimos años, y por las subsiguientes políticas de ajuste neoliberal impuestas por la troika: la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional. Las políticas de ajuste (o “austeridad” como las denomina la gran prensa) se han aplicado con la imposición de memorandos de entendimiento emitidos por la troika -y respaldados por el gobierno alemán- que con la venia de Samarás recortaron el gasto público en seguridad social para garantizar el pago de la deuda y salvar la estabilidad del capital financiero. Al igual que en España, las políticas de ajuste profundizaron el desempleo, agudizaron la pobreza y dejaron a la mayoría de la población sin protección ante la debacle económica. 

Ante ese contexto, Syriza respondió con cuatro estrategias:

1. Fortaleció su unidad electoral construyendo un programa de transición para enfrentar las políticas de ajuste, poniendo énfasis en la renegociación de la deuda, una nueva política económica redistributiva y la provisión de bienestar social a los más afectados por la crisis.

2. Abrió su organización partidaria para pasar de ser una organización de militantes a una organización masiva de adherentes.

3. Se constituyó en uno de los protagonistas de la oleada de movilizaciones de protesta contra el gobierno de Samarás y los memorandos firmados con la troika.

4. Desarrollaron una amplia red de organizaciones de solidaridad autogestionaria para ayudar a la población más golpeada por la crisis y las políticas de ajuste. Abrieron centros de solidaridad, clínicas populares, comedores comunitarios, centros de asesoría jurídica, equipos de apoyo a los inmigrantes, o cooperativas que ofrecen productos a precios más bajos que en los supermercados.

La victoria de Syriza puede generar un duro golpe a la Europa del Tratado de Maastricht entrando en una fase de transición que podría redefinir el rumbo del continente en su conjunto. De ahí que su proyecto conlleve desarrollar una política radical sin abandonar las instituciones de la Unión Europea. En lugar de retirarse de la Unión Europea -UE-, buscan transformar sus instituciones buscando una transición hacia un nuevo modelo económico que desmonte el neoliberalismo y las políticas de ajuste. A diferencia de los euroescépticos de la nueva derecha extrema (encabezados por el UKIP británico y el Frente Nacional Francés) Syriza sí defiende un proyecto europeo, pero orientado hacia el bienestar de las mayorías trabajadoras y no de los grandes capitalistas, como afirma el propio Alexis Tsipras en su artículo “A las puertas de un cambio de envergadura histórica”, publicado en español en el prortal web sinpermiso (http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=7664).

El programa de gobierno de Syriza (que puede consultarse en la página de Izquierda Unida de España, http://www.izquierda-unida.es/sites/default/files/doc/programa_syriza.pdf) incluye cuarenta puntos orientados a establecer una política de transición que saque al país de los estragos de la dictadura financiera impuesta por la troika. Lo anterior requiere la renegociación de la deuda pública, exigir a la UE que el Banco Central Europeo financie programas de inversión pública, un aumento de impuestos a los grandes capitales (proponen subir el impuesto de renta al 75% para todos los ingresos por encima del medio millón de euros anuales), impuestos para las transacciones financieras, la prohibición de los dividendos financieros especulativos y los privilegios fiscales, la eliminación de los privilegios tributarios a la iglesia, así como nacionalizar la banca y las antiguas empresas públicas de sectores estratégicos (ferrocarriles, aeropuertos, servicios públicos, entre otros). 

Por otro lado, el programa también incluye políticas que generen acciones de bienestar social, incluyendo poner en marcha comedores comunitarios en los colegios; ofrecer sanidad pública gratuita a los desempleados; ayudar a las familias endeudadas que no puedan pagar sus hipotecas; ampliar la protección laboral a los trabajadores precarizados; defender los contratos laborales a término indefinido y aumentar las prestaciones sociales a los desempleados; así como brindar acceso a la sanidad pública para los inmigrantes, incluyendo los indocumentados. También incluye nuevas demandas de la izquierda contemporánea, como la igualdad salarial para hombres y mujeres, el desarrollo de un plan de energías renovables y la desmilitarización de la sociedad (planean regular la objeción de conciencia al servicio militar, desmilitarización de la guardia costera, disolución de los escuadrones antidisturbios, retirada de las tropas griegas en Afganistán).

Las dificultades

A pesar de su lucidez y sus avances, Syriza afronta varios retos y dificultades. En primer lugar debe buscar un aliado para formar mayoría en el parlamento. El socio potencial, el partido de Papandreu, no alcanzó el umbral y se quedó por fuera del parlamento. A lo anterior se suma que la coalición mantiene una tensa relación con las otras dos organizaciones importantes de la izquierda griega: el Partido Comunista -KKE- y Antarsya -Frente de izquierda anticapitalista-. 

El enfrentamiento con el KKE es particularmente dramático. Aunque una alianza Syriza-KKE permitiría un gobierno radical sólido sin alianzas con sectores de centro, ese acuerdo es prácticamente imposible hoy por varios factores. Por un lado, varias de las organizaciones de Syriza tienen su origen en diversas escisiones del KKE, lo que ha alimentado la rivalidad entre las dirigencias de ambas organizaciones. Por otro lado, el KKE también se ha fortalecido con la oposición a las políticas de ajuste y mantiene una influencia decisiva en el movimiento sindical, pero ha incentivado un fuerte sectarismo entre sus militantes. Por último, mientras Syriza tiene un programa de transición, el KKE sostiene un programa de ruptura inmediata con la Unión Europea,  la OTAN, y todo lo que huela a capital y a empresariado, llegando incluso a calificar como “burgués” y “derechista” a quien no comparte sus tesis. Valga anotar que tras las escisiones que ha vivido desde 1968, ese partido se refugió en una  línea dura que reivindica abiertamente el legado del estalinismo.   

En tercer lugar, el nuevo gobierno deberá afrontar el permanente sabotaje de Amanecer Dorado, la organización fascista que ocupó el tercer lugar en las preferencias electorales.  Ante el ascenso de un gobierno que cambia el panorama europeo, es posible que el empresariado trasnacional pueda financiar o apoyar las acciones de una ultraderecha fortalecida cuyos dirigentes tienen claros vínculos con importantes oficiales de la policía en Atenas.  Un escenario que resultaría complejo para el nuevo gobierno sería la coincidencia temporal entre una permanente oposición de la izquierda del KKE y el sabotaje de la ultraderecha. 

Por último, tal vez la mayor dificultad de Syriza está en su interior. Darle viabilidad económica a su programa no será sencillo y los debates sobre cuál debe ser el camino táctico a seguir perduran, de ahí que en las últimas semanas haya crecido la atención hacia figuras como John Milios, Giannis Dragasakis y George Stathakis, los principales economistas del partido. Mientras Milios es un hombre formado en la tradición marxista, Dragasakis y Stathakis tienden a representar a los sectores mas moderados del partido. Teniendo en cuenta las dificultades económicas que acosan a los gobiernos alternativos realmente existentes en América Latina, para la izquierda radical griega este es el punto crucial. 

Pero más allá de los retos, también es clave resaltar las lecciones que esta experiencia ya deja para la izquierda anticapitalista del mundo entero: la unidad, la apertura, la persistencia en el radicalismo, la centralidad de la movilización y la generación de alternativas reales para las mayorías golpeadas por el capital.  

Syriza no solo tiene el reto de sacar a Grecia de la profunda crisis social, el desafío crucial es el impulso de políticas de transición que socaven la hegemonía del neoliberalismo y permitan vislumbrar posibles instituciones socialistas. En Atenas no solo se juega el destino de la ciudadanía griega, también se juega la posibilidad de construir otra Europa y otra sociedad.

 

    Aunque esta reflexión sea modesta e insegura, fue escrita teniendo presente la memoria de Carlos Pedraza. A él va dedicada.