21 dic. Zaragoza – El 22 de marzo de 2014 se celebró una multitudinaria manifestación en Madrid en protesta por los recortes sociales y la corrupción que el gobierno del Partido Popular estaba realizando. Más de un millón de personas abarrotaron las calles de la capital. Tras su finalización, Raquel Tenías, militante del partido Izquierda Unida, fue detenida mientras regresaba al autobús. Como a ella, otra veintena de personas fueron arrestadas por la policía lejos de los enfrentamientos que se estaban dando entre manifestantes y las unidades antidisturbios. La semana pasada resultó absuelta, a falta de las apelaciones, en el juicio por desorden público y atentado contra la autoridad.

Por M.S.A. Redacción Internacional*. Mientras Raquel esperaba el fallo del juicio, la delegación del Ejército Nacional de Liberación -ELN-, que se encontraba en Quito, en la instalación de la mesa de negociación de paz con el gobierno colombiano, sacaba un comunicado anunciando que se interrumpía la instalación de la mesa porque debían realizar consultas a instancias superiores tras un desconcertante mes en el que ambas delegaciones se habían acusado mutuamente de no respetar los acuerdos previos, firmados para comenzar los diálogos de paz. Entre las razones esgrimidas, la delegación explicaba que entendía que no se daban las condiciones adecuadas para negociar la paz mientras se sucedían los asesinatos de representantes sociales con total impunidad.

Una semana después del levantamiento de la mesa de diálogo, el futbolista Cristiano Ronaldo era investigado por una presunta evasión de impuestos. El jugador declaró en una entrevista a “France Football” lo siguiente: «Cuando ellos (los medios que han destapado la investigación) hablan de mí, no me siento bien. (…) Hay muchos inocentes en la cárcel. Y yo me siento un poco así».

Estos tres hechos, en dos continentes, desligados en apariencia, guardan una profunda conexión. Durante el mes que han durado las negociaciones entre ELN y gobierno para definir las condiciones de la mesa de paz, las empresas de comunicación (una de ellas, El Tiempo, no lo olvidemos, pertenece a la familia del presidente colombiano Juan Manuel Santos) han resaltado las acciones militares de la guerrilla. En ese periodo, el gobierno y las empresas de comunicación acusaron al ELN de matar a cuatro personas en acciones militares: dos conductores de camiones militares y dos policías. El tratamiento de los medios ha generado una sensación pública de falta de voluntad de paz del ELN, a pesar de las numerosas entrevistas en las que el comandante Pablo Beltrán, portavoz de la delegación insurgente, ha pedido al gobierno un alto del fuego bilateral para negociar en un clima de paz, sin que el gobierno colombiano responda.

Durante el mismo periodo, quince representantes sociales han sido asesinados con total impunidad en Colombia. Otro de los caballos de batalla de las empresas de comunicación durante las negociaciones han sido las personas secuestradas por el ELN y las condiciones y tiempos de su liberación. Sin embargo, estas empresas no se han hecho cargo de la denuncia de la ONU contra el gobierno por la normalización de encarcelación de líderes sociales que, tras años en prisión, son absueltos por falta de pruebas.

Salvando las distancias, lo mismo ha sucedido en el caso de Raquel Tenías, y las otras personas detenidas de forma arbitraria tras la manifestación del 22M en Madrid: se han llevado a juicio aún sabiendo la ausencia del delito y, por lo tanto, la ausencia de pruebas. Incluso Cristiano Ronaldo se ha sentido juzgado por las empresas de comunicación antes de realizarse el juicio. En apariencia, los tres casos se podrían considerar como tres niveles de intensidad de la misma situación.

El secuestro mediático

El secuestro por parte del Estado es una práctica común denunciada no solo por la ONU sino por Amnistía Internacional y numerosas organizaciones de derechos humanos. Lo solemos identificar con una serie de países determinados. Si hablamos de secuestro por parte del Estado en la actualidad, la mayoría de la gente citará a Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Irán…Sin embargo, muchas menos personas lo relacionarán con USA, Colombia o España, aunque los informes de la propia Amnistía Internacional, con frecuencia, lo refieren como práctica más o menos habitual en estos Estados.

A pesar de los datos y los informes, cuando una persona es secuestrada por un grupo insurgente inmediatamente genera una sensación de empatía y apoyo hacia ella. Pero cuando una persona es secuestrada por el Estado se instala una sospecha sobre ella. En el caso de Raquel, tras mover la campaña de petición de absolución por las redes, aparecieron numerosos comentarios de personas que, desconociendo el caso totalmente, recurrían al “algo habrá hecho”.

En el caso de Cristiano Ronaldo resulta evidente el juicio popular. Para entender esta circunstancia no solo debemos pensar en términos de control de las empresas de comunicación. La psicología básica define varias etapas en las relaciones entre progenitores y vástagos: admiración en la época de la infancia, ruptura en la época adolescente y, cuando se alcanza la edad adulta, un relación de igualdad. Muchos de los problemas personales que tratan los terapeutas están relacionados con la incapacidad de superar las etapas infantiles o adolescentes. Esto mismo parece suceder en la relación de las personas con los Estados. Encontramos personas infantiles que todo lo que plantea el Estado es ley, porque su papá es infalible, todo lo puede, nunca se equivoca, y cuando hace las cosas es por algún buen motivo. También encontramos personas en la adolescencia que juzgan que cualquier actuación del Estado es opresión, que la policía es asesina y las instituciones son elementos de represión. Sin embargo, lo que necesita una sociedad adulta es, precisamente, individuos que sean capaces de distinguir las actuaciones correctas del Estado y enjuiciar las incorrectas.

Este tipo de relación entre Estado y personas, de igual a igual, será la que consiga que las instituciones no sean una extensión de intereses económicos privados. Este tipo de análisis sereno no tiene por qué estar exento de acción y puede llevar a una manifestación o a la lucha armada, tal como refleja la Constitución española en el capítulo que admite el derecho a la manifestación, o el preámbulo de la declaración de los Derechos Humanos, donde se reconoce el derecho de los pueblos a la rebelión contra los malos gobiernos. El propio ELN tiene en su historia los casos de los sacerdotes Camilo Torres, o los tres curas españoles, Manuel Pérez, Domingo Laín y José Antonio Jiménez, que se unieron a la insurgencia tras una vida intentando hacer política por los medios convencionales sin más resultado que la cárcel, la extradición y varios atentados contra su vida.

En cuanto a los Estados colombiano y español

¿Acaso no hay motivos para sospechar de un Estado que auspició el asesinato de seis mil personas tras una negociación como la actual? ¿No podemos sospechar del Estado que no se percató de las miles de personas asesinadas en el caso de los falsos positivos? O, ¿no existe una duda razonable en las posiciones del Estado que generó los GAL, o más recientemente montajes policiales como el mostrado en el documental “Ciutat morta”? ¿No convendría definir en algún momento un buen o mal gobierno? ¿Puede considerarse un gobierno adecuado cuando mantiene un 28% de la población viviendo en la pobreza y un 62% con lo justo para subsistir? ¿Y otro que tiene un 17% de su infancia en condiciones de pobreza severa y un 29% de su población se encuentra en riesgo de exclusión social?

Las personas con relación infantil y las personas con relación adolescente representan las dos caras de una moneda, y los Estados, herramientas de intereses privados, necesitan de ambas para mantenerse. Unas generan la inseguridad que las otras desean defender. Suele, además, haber bastante tránsito entre los dos Estados, de modo que se pasa con facilidad de odiar al Estado a defenderlo sin juicio, o viceversa. Ambas partes retroalimentan la misma visión.

Tanto el proceso de paz del ELN como el juicio político de Raquel Tenías, o el mundo del fútbol, necesitan el aporte del otro tipo de personas, de aquellas que, independientemente de su visión política, sean capaces de enfrentarse a los hechos con los menos prejuicios posibles, relacionándose de igual a igual con los actores implicados. No se trata solo de ideología, ni tampoco de hegemonía en la información, tal vez también se trate de un problema psicológico, de dejar de ser niños heridos y adolescentes rompedores para relacionarnos con el mundo que nos rodea.

Es importante plantearlo porque, como dice Cristiano Ronaldo, “Hay muchos inocentes en la cárcel”.

CI MDS/DM/21/12/16/6:00

*M.S.A.  es un destacado escritor y corresponsal de Colombia Informa en España.