21 jun CI.- En las montañas verdes del nororiente colombiano existe una región con infinidad de riquezas minerales, y diversidad de fauna y flora. En el Catatumbo habitan comunidades campesinas e indígenas, como los Barí, y por parte del Estado yace destinado el olvido. A pesar del abandono y la guerra que ha padecido la zona desde hace décadas, sus comunidades organizadas son ejemplo de lucha por el buen vivir.

Transitando los angostos y pedregosos suelos de los municipios del Catatumbo, la energía de las personas que conformaron la Segunda Misión de Verificación, y el caluroso recibimiento de cada comunidad que visitamos, fueron las grandes muestras del éxito de esta Segunda Misión.

A pesar de los numerosos hechos que conforman esta época de violencia en el territorio catatumbero, diferentes propuestas de solución al conflicto son banderas de lucha, y priman en las comunidades organizadas. El arraigo profundo al territorio, la firme decisión de no abandonar la tierra, sus cosechas, productos, y toda una vida hecha en zona rural; además de la construcción de puentes, escuelas, vías y canchas que mejoren sus condiciones de vida son algunos ejemplos.

Durante la Segunda Misión de Verificación nos encontramos con numerosos casos de violaciones a Derechos Humanos –DDHH- y al Derecho Internacional Humanitario – DIH-; aspectos como amedrentamiento, zozobra, temor, miedo y amenazas a las comunidades por parte de la Fuerza Pública, fueron las denuncias que más se registraron.

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Mientras sostienen sus palas -que utilizan para cosechar-, y las gotas de sudor emergen en sus rostros, demuestran que a pesar del abandono estatal, la comunidad se organiza y saca su territorio adelante. Proyectos de autogestión de las comunidades, sin ningún tipo de ayuda por parte del Gobierno Nacional ni regional, son los procesos que caracterizan al territorio para contrarrestar la fuerte guerra, la alta presencia militar que tienen que soportar.

Infraesructura

Las comunidades tienen en claro que al Gobierno Nacional no le interesa su progreso sino por el contrario, seguir militarizando el territorio y recrudeciendo la violencia, tal y como lo demuestran las permanentes ejecuciones extrajudiciales. Así que realizan proyectos de autogestión como bazares, rifas, bingos, y peajes comunitarios; estos para arreglar las vías que conducen a sus hogares, además de construir escuelas y canchas deportivas.

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A pesar de estas problemáticas, en el Corregimiento El Aserrío, en el municipio de Teorama, la comunidad con ayuda de la Junta de Acción Comunal –JAC-, construyó la ‘Casa de la Memoria’, en donde por medio de galerías fotográficas y una línea de tiempo reconstruyen la historia de líderes y lideresas desaparecidas y asesinadas.

Casa de la Memoria

Aunque hay comunidades que cuentan con puestos de salud y escuelas, no tienen las herramientas e insumos necesarios para que funcionen dignamente, siguen estando en condiciones precarias o carecen de funcionarios.

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Mujeres

En la actualidad prevalece la cultura machista, y por eso las mujeres catatumberas son reconocidas como un fuerte proceso de resistencia en la región. En los diferentes contextos de cada territorio existen mujeres empoderadas y luchadoras, cuyo método de contrapeso a la guerra es organizarse y valerse por sí mismas. Generan ingresos económicos con la producción de pomadas y cremas con las plantas medicinales.

“Esta tierra nos ha dado todo, no tenemos que salir corriendo de aquí. Si aquí nacimos aquí nos criamos, y estas tierras son para nuestros hijos y los de hijos de ellos”, expresó una integrante del Comité de integración Social del Catatumbo – CISCA -.

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En la vereda de Piedras de Moler, del corregimiento de San Pablo, en el municipio de Teorama, la señora Marina, madre campesina, también elabora pomadas, jabones y cremas. “Con este canasto hago el recorrido por todos los territorios. Los productos que hago los aprendí en el proceso de la guerra. Yo he visto mujeres cuando pierden a sus hijos pequeños en medio del conflicto. Hago un llamado a la unidad de la comunidad y a las mujeres a que me acompañen y trabajemos” comentó esta lideresa social.

Rutas de prevención y protección

Diferentes líderes sociales, comunales, entidades nacionales y territoriales, tienen como objetivo trazado proyectar e implementar las rutas de autoprotección que avala el Decreto 660 de 2018, y que han venido trabajando para desarrollarlas en las regiones; creando así alertas tempranas y de apoyo frente a situaciones de conflicto, social y armado que padecen las comunidades, no solo en el Catatumbo sino de toda Colombia.

En la región han aumentado los casos de ejecuciones extrajudiciales, así como denuncias de hostigamientos por parte de integrantes de la Fuerza Pública. El Gobierno Nacional no ha realizado las rutas de protección a las comunidades, y esto evidencia el preocupante número de líderes y lideresas asesinadas.

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Catatumbo como territorio de paz

Los habitantes del Catatumbo llevan una larga lucha por la implementación de paz en la región. La siembra, cosecha, los productos naturales, rostros soñadores, la dignidad, memoria y resistencia, son esas banderas blancas que agita cada habitante con el ánimo y el sueño que la guerra acabe pronto.

El río Catatumbo junto a sus relámpagos, que se extienden más allá de las fronteras con nuestro vecino país, son puestos en escena como una maravilla natural de Venezuela, mientras que en Colombia, la región y sus maravillas se condenan al olvido.

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CI AC/JO/21/06/2019/11:30