26 ago. CI.- El Gobierno nacional y las FARC anunciaron al país, el pasado 24 de agosto, el acuerdo que pone punto final a cuatro años de negociaciones en La Habana. Los puntos que hasta ese momento estuvieron pendientes fueron las condiciones de participación política de las FARC, la amnistía a los guerrilleros que no han cometido delitos graves o de lesa humanidad, la reincorporación a la vida civil y los mecanismos de verificación de los acuerdos.

El miércoles, el máximo jefe de esta guerrilla, ‘Timochenko’, dijo en su cuenta de Twitter: “Estamos a las puertas de importantes anuncios que nos acercan al acuerdo final”. Horas después las delegaciones de paz anunciaron en exposición pública, desde La Habana, que «ya todo estaba acordado» y le garantizaron al país el inicio del fin del conflicto armado.

«Hoy hemos llegado a la meta. La firma de un Acuerdo Final con la guerrilla de las FARC es el fin del conflicto armado. La mejor forma de ganarle a la guerra fue sentándonos a hablar de la paz. La guerra ha terminado. Pero también hay un nuevo comienzo. Este Acuerdo abre las posibilidades para iniciar una etapa de transformación de la sociedad colombiana; bajo el telón de fondo de la reconciliación, abrimos la puerta a una sociedad más incluyente en la que podamos reconocernos como colombianos, en la que nadie tema por su integridad a consecuencia de sus ideas políticas», fueron las palabras de Humberto de la Calle, Jefe negociador de la Delegación de paz del Gobierno.

Asimismo, Iván Márquez, Jefe del equipo negociador de las FARC, expresó: «Hemos cerrado en el día de hoy, en La Habana, Cuba, el acuerdo de paz más anhelado de Colombia. Tierra, democracia, víctimas, políticas sin armas, implementación de acuerdos con veeduría internacional son, entre otros, los elementos de un acuerdo que tendrá que ser convertido, más temprano que tarde por el constituyente primario, en norma pétrea que garantice el futuro de dignidad para todos y todas».

El compromiso de ambos actores se encamina de ahora en adelante a darle cumplimiento a lo pactado, pues la firma formal de la paz aun no tiene una fecha estipulada y requiere de plazos para el comienzo de la desmovilización, la destrucción del armamento, entrega de menores reclutados a UNICEF, la acción de la Justicia Transicional y la convocación a un plebiscito en el que el pueblo colombiano decida si avala o no los acuerdos.

«La faena que sigue nos compromete a todos. Vendrán discusiones, ajustes y sacrificios. Necesitamos comprensión, altruismo, tenacidad y paciencia. Tenemos que asumir una responsabilidad como colectividad humana, en la que cada quien debe desempeñar su propio papel. No me refiero solo a contribuciones materiales; hasta el último de los colombianos tiene mucho que aportar: desprendimiento, unidad, disposición para reconocer al ciudadano como portador de derechos, aún si ese ciudadano en el pasado ha afectado a otros. Lo mínimo que nos debemos mutuamente es dar paso a una nueva oportunidad de vida», expresó en su discurso oficial Humberto de la Calle.

Lo acordado en La Habana abarcó los temas de Reforma agraria integral, Participación política, Solución al problema de drogas ilícitas,  Víctimas y Justicia Transicional, Cese al fuego bilateral y definitivo, Garantías de seguridad, y Protocolo para el cese al fuego bilateral y definitivo.

«Podemos proclamar que termina la guerra con las armas y comienza el debate de las ideas. Hemos concluido la más hermosa de todas las batallas: la de sentar las bases para la paz y la convivencia.El acuerdo de paz no es un punto de llegada, sino el punto de partida para que un pueblo multiétnico y multicultural, unido bajo la bandera de la inclusión, sea orfebre y escultor del cambio y la transformación social que claman las mayorías», fueron las palabras enunciadas por Iván Márquez en su discurso del acuerdo final.

El debate ya está dispuesto para conocer y aclarar, con un poco más de propiedad, de qué se trata lo acordado en La Habana, más allá de la polarización mediática, los argumentos a favor o en contra, y la realidad social, política y económica del país, el pueblo colombiano ya está convocado para el próximo 2 de octubre a decidir sobre este asunto.

Foto de: Ladyrene Pérez/ Cubadebate

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