La Cátedra UNESCO en Resolución Internacional de Conflictos y Construcción de Paz, con apoyo de la Universidad de Antioquia, realizó el pasado 28 de marzo un encuentro académico denominado «Conversaciones de Paz en Colombia: perspectivas con el ELN». Participaron ponentes nacionales e internacionales.

En el marco de las negociaciones que llevan adelante las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – Ejército del Pueblo –FARC-EP– y el gobierno en La Habana y de las insistentes versiones que preanuncian una probable nueva mesa de negociación con el Ejército de Liberación Nacional –ELN–, este encuentro giró en torno al reconocimiento del esta última organización guerrillera como un agente importante tanto en el conflicto armado colombiano como en el proceso de paz. También se destacó la disposición que ha tenido esta organización para tender puentes de diálogo con el gobierno, y la afirmación de que, para esta guerrilla, las condiciones están dadas para afrontar un eventual diálogo que lleve a una resolución por la vía diplomática. De esta manera, se caracterizaron los errores y aciertos del gobierno a la hora de involucrar al ELN en las negociaciones, entre ellos el hecho de minimizar la importancia de este grupo armado subestimando su influencia en distintas regiones del país, así como el control que ejerce ante la presencia de multinacionales en las actividades minero-energéticas, el apoyo internacional y su cercanía a varias comunidades en todo el territorio nacional.

Poner fin al conflicto armado no significará, necesariamente, acabar con la violencia. Mucho menos en un país en el que las problemáticas no son exclusivas de esta circunstancia, sino de una larga historia de desigualdad social e injusticias. Sin embargo, el actual proceso de paz que se adelanta en La Habana con las FARC pone los cimientos para un posible cambio de la realidad nacional, tal y como se promete en las negociaciones: “Paz con Justicia Social”. Pero, ¿cómo podría lograrse un acuerdo concreto si todas las partes involucradas en el mencionado conflicto no están presentes?. Por otra parte, no se trata solo de los grupos armados sino, también, de la sociedad civil que es, ante todas las vistas, víctima de tan conocida y desconocida guerra colombiana. 

En este punto surge la pregunta sobre la participación del ELN en las conversaciones pues, sin la vinculación de éste al proceso de paz, no podría haber un cierre -siquiera hipotético- al conflicto armado. Además de esto, también está en debate el reemplazo de la vía armada por la vía política como una construcción conjunta del poder democrático, en una democracia deteriorada y por momentos inexistente. La negociación de paz se da en medio de un conflicto asimétrico, es decir, en el que todas las partes involucradas no están en igualdad de condiciones bien sea militares, políticas o sociales. Esto, lejos de implicar una rendición de alguno de los bandos, expresa un solapado reconocimiento del otro como parte importante en la construcción de país. 

Hay que tener en cuenta que las guerrillas en Colombia no están derrotadas, y siguen vigentes cargando una historia de resistencia y lucha armada de cincuenta años. Las mesas de negociación en La Habana están dirigidas, según plantea el gobierno, a permitir una participación política y reintegración social a todos los combatientes que acepten los acuerdos bilaterales. No obstante, el último intento de negociación de Paz entre el gobierno de Álvaro Uribe (del que Santos fue ministro de Defensa) y el ELN en La Habana entre 2005 y 2007, cuya agenda se centró en generar las condiciones para que la sociedad civil participara en las decisiones del país, fracasó por las exigencias del gobierno que terminó demostrando su desprecio por esas instancias que declamaba, pero en los hechos rechazaba.

A través de comunicados públicos y del diálogo establecido con el espacio Clamor Social por la Paz, el ELN ha planteado algunas de sus propuestas para el proceso de paz: un diálogo incluyente con las comunidades de base y la sociedad civil, una negociación multilateral que involucre a otros sectores importantes que fueron excluidos de la mesa con las FARC-EP, un proceso sin tiempos establecidos ni plazos de negociación, pues es mucho lo que tiene que decirse y que decidirse. 

Es deseable que el proceso de Paz se torne multilateral. Que tanto las FARC-EP como el ELN y la sociedad civil puedan tomar parte en las decisiones que involucran a toda la Nación y asuman el post-conflicto de la manera más acertada, porque ese es el reto más difícil.

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