23 mar. CI.- El SARS-CoV-2 o COVID19 es una pandemia global que se ha propagado en casi todos los países del planeta. El virus se llevará muchas vidas, alterará comunidades e instituciones y dejará tras de sí traumas y una economía mundial devastada.

*Por Manuel Bertoldi y Vijay Prashad. La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo -UNCTAD- calcula que, para finales de 2020, los ingresos globales caerán entre 1 y 2 billones de dólares. Esta última cifra corresponde al peor escenario posible, ya que la caída de los precios del petróleo agudizará aun más el problema para los países exportadores de petróleo.

Caen los mercados financieros

Los mercados bursátiles, ya excesivamente inflados, están experimentando ahora profundas caídas. Los bancos centrales están utilizando todos sus recursos monetarios para apuntalar los mercados financieros, y tratan de rescatar a la mayor cantidad posible de sectores de la economía. Incluso el Banco Central de Noruega, generalmente estable, con la ventaja de su enorme sector energético, ha reducido la tasa de interés y promete intervenir para evitar un colapso total de su economía.

No existe una forma sencilla de estimar el resultado final de esta crisis, pero si observamos el ejemplo de situaciones previas, como la crisis financiera de 2008-2009, sabemos que en estos casos el costo rara vez es asumido por los más ricos. Las mayorías, que tienen poco poder en el sistema, son las que terminan pagando la factura de una crisis que no provocaron.

Fueron los más ricos, que tienen un poder desproporcionado sobre la política y las políticas públicas, quienes impusieron a los Estados regímenes de austeridad que desmantelaron los sistemas de salud pública y permitieron la des-regulación rampante de los mercados financieros. Cuando llega una crisis de salud pública, los Estados no están preparados y es eso lo que provoca caos en el mercado financiero, ya des-regulado. Quienes destruyeron los sistemas públicos de salud y des-regularon el sistema financiero deberían ser los que paguen el precio del desastre, pero no es así como funciona el poder.

Estados eficientes

Uno de los principales logros de los más ricos fue deslegitimar la idea de instituciones estatales. En Occidente, la actitud típica ha sido atacar al gobierno como a un enemigo del progreso, con el objetivo de reducir las instituciones estatales, a excepción de las fuerzas armadas. Cualquier país con una estructura estatal y un gobierno robustos ha sido calificado de “autoritario”. Pero esta crisis ha alterado esa perspectiva. Los países con instituciones estatales intactas que han logrado manejar la pandemia —como China— no pueden ser simplemente descartados como autoritarios. Se ha llegado a la conclusión general de que esos gobiernos y sus instituciones estatales son, en cambio, eficientes.

Mientras tanto, los Estados occidentales que han sido carcomidos por políticas de austeridad ahora hacen frente a la crisis a tientas. La mayoría de ellos privatizó partes sustanciales de la atención sanitaria y de la educación, cerrando valiosas instituciones de salud públicas y desmantelando la capacidad de reacción de sus hospitales en caso de emergencia. La medicina pre-pagada para beneficio privado se convirtió en la fórmula. El fracaso de los sistemas de salud de la austeridad es ahora claramente visible. Es imposible seguir afirmado que son más eficientes que un sistema de instituciones públicas, estatales, que se hacen eficientes por procesos de ensayo y error.

Un plan socialista

Como parte del debate mundial en marcha sobre cómo entender esta crisis y cómo avanzar, la Asamblea Internacional de los Pueblos y el Instituto Tricontinental de Investigación Social han desarrollado un plan de 16 puntos. El plan surge de un debate con movimientos políticos de todos los continentes del planeta. Se trata de un documento vivo, que promueve el diálogo y que debería perfeccionarse a medida que aprendamos más sobre cómo avanzar. Estos son los puntos:

1. Suspensión inmediata de todo tipo de trabajo con la excepción del personal médico y logístico esencial y aquel requerido para producir y distribuir alimentos y artículos de primera necesidad, sin ninguna pérdida de salarios. El Estado debe asumir el costo de los salarios durante el período de cuarentena.
2. Los servicios de salud, abastecimiento de alimentación y la seguridad pública deben seguir funcionando de forma organizada. Se debe entregar inmediatamente las reservas de granos de emergencia para su distribución entre las personas pobres.

3. Todas las escuelas deben suspender clases.

4. Socialización inmediata de hospitales y centros médicos para que no tengan que preocuparse por sus ganancias a medida que se desarrolla la crisis. Estos centros médicos deben estar bajo control de la coordinación centralizada de la campaña sanitaria del gobierno.

5. Nacionalización inmediata de las compañías farmacéuticas, y cooperación internacional inmediata entre ellas para encontrar una vacuna y dispositivos para pruebas más sencillos. Supresión de la propiedad intelectual en el campo de la medicina.

6. Hacer el examen de Coronavirus inmediatamente a todas las personas. Movilización inmediata de kits de prueba, recursos y apoyo para el personal médico que está al frente de esta pandemia.

7. Aceleración inmediata de la producción de materiales necesarios para hacer frente a la crisis (kits de prueba, máscaras, respiradores).

8. Cierre inmediato de los mercados financieros mundiales.

9. Recaudación inmediata de recursos para evitar la quiebra de los gobiernos.

10. Condonación inmediata de todas las deudas no corporativas.

11. Fin inmediato de todos los pagos de alquileres e hipotecas, así como el fin de los desalojos. La vivienda digna debe ser un derecho para toda la ciudadanía garantizado por los Estados nacionales.

12. Acceso de toda la población a servicios básicos como agua, electricidad y comunicaciones ya que son derechos básicos. Absorción inmediata de todos los pagos de servicios públicos por parte del Estado: agua, electricidad e Internet asumidos como derechos humanos.

13. Fin inmediato de los criminales regímenes de sanciones unilaterales que afectan a países como Cuba, Irán y Venezuela y les impiden importar los suministros médicos necesarios.

14. Apoyo urgente al campesinado para aumentar la producción de alimentos sanos y suministrarlos al gobierno para su distribución dirigida.

15. Suspensión del dólar como moneda internacional y petición de que Naciones Unidas convoque urgentemente una nueva conferencia internacional para proponer una moneda común internacional.

16. Asegurar una renta básica universal en todos los países. Esto permite garantizar un apoyo desde el Estado para millones de familias que están sin trabajo, trabajando en condiciones de suma precariedad o por cuenta propia. El sistema capitalista actual excluye de trabajos formales a millones de personas que deben ser contenidas por los Estados nacionales, generando trabajo y condiciones dignas de vida para ellas. Los recursos para esta renta básica universal pueden ser obtenidos de los presupuestos de defensa, en particular los gastos destinados a armamento, municiones y demás compra de equipo bélico.

La crisis realmente ha sacudido al sistema. No hay duda de ello. Una consecuencia del fracaso de las políticas de austeridad es que ideas impensables hace apenas pocos meses —como la nacionalización de hospitales y proporcionar apoyo sustancial a los ingresos de las y los trabajadores sin empleo— ahora está en la agenda. Esperamos que esta conversación se convierta en un movimiento popular global para la reconstrucción total del sistema. En medio de la pandemia del coronavirus, es más fácil imaginar el socialismo que seguir viviendo bajo el régimen desalmado del capitalismo.

*Manuel Bertoldi es dirigente del Frente Patria Grande (Argentina) y de Alba Movimientos.
*Vijay Prashad es el director del Instituto Tricontinental de Investigación Social.

CI MB/VP/FC/23/03/2020/16:00