2 jul. CI. – Hace ya 24 años que la noche del 2 de Julio de 1994 se tiñó de tragedia, el alevoso asesinato de Andrés Escobar nos desmoralizó y nos laceró el ‘alma’, nos hizo y aún hoy nos hace odiar a esta ciudad, a este país y a nosotros mismos; no solo nos afectó a los hinchas de Atlético Nacional, sino que cada seguidor del fútbol, tanto en Colombia como fuera de ella se inmutó de asombro.

Por Jorge Luis Vélez Agudelo*. La muerte de aquel hombre que vestía la número dos con estilo y tesón nos cambió la perspectiva de ver y vivir el fútbol. Andrés nos fue arrebatado a la fuerza y su nombre, en nombre del deporte más popular de Colombia terminó engrosando la extensa lista de colombianos que han caído en manos de esta cruenta guerra y conflictividad. Aún hoy en medio del dolor, la muerte y la injusticia que sigue merodeando nuestras ciudades, pero también hoy alrededor de la pelota que “no se mancha”, como dijo Diego, seguimos llenando de alegría nuestras vidas con cada gol, alegría que yace inmortalizada en la sonrisa de Andrés.

Mucho se ha escrito sobre lo que posiblemente pasó esa anoche, sobre el autogol en el mundial y las repercusiones convertidas en bromas e insultos hasta su muerte ese 2 de julio; sobre los actores intelectuales del asesinato: los hermanos Gallón, y el actor material: Humberto Muñoz Castro; sobre la injusticia y la corrupción en el proceso; hasta se ha llegado a hablar de los negocios de los hermanos Gallón con Álvaro Uribe Vélez y la posterior condena por vínculos con el paramilitarismo y con el narcotráfico de Santiago Gallón Henao.

Es por esto que a continuación no me remitiré propiamente a estos temas, sino que en mi deseo de enaltecer la memoria de aquel zaguero centro tan talentoso, que no solo sacaba y recuperaba balones sino que también avanzaba al frente para marcar goles como los mejores nueve, expondré brevemente cómo viví ese día, cuál era la Medellín de los noventa, cuál es la importancia de Andrés y como al traspaso de este ejercicio de memoria como pasa con los mejores escritores, al leer, ver y sentir su obra nos lo apropiamos y los inmortalizamos.

El 2 de julio de 1994 desde mi perspectiva

Quien escribe estaba próximo a cumplir tan solo 5 años, carecía de la noción sobre la existencia del jugador que vestía la camiseta número dos, solo contaba con la noción de Atlético Nacional y del “loco” Rene Higuita; pero ese 2 de julio en la mañana, cuándo en las noticias se anunciaba aquel suceso me sorprendí, entendí que a los futbolistas también los asesinaban. Corrí y le dije a mi madre: “mataron un jugador de Nacional, mataron a un tal Andrés” ella de entrada no creyó aquella aseveración, pero al cerciorarse le cayó terriblemente mal; solo en ese instante advertí que había pasado algo muy grave y que aquella muerte, no era una muerte más.

Veinticuatro años después doy cuenta de ello, y cuánto más se escudriña sobre lo que pasó esa noche y sobre lo que acontecía en la Medellín de mediados de los noventa, es comprensible entender porqué Medellín era la ciudad con más asesinatos en el mundo y porqué Colombia ha visto perecer a tantos buenos hombres y mujeres.

Andrés Escobar fue un jugador intachable, no hay quién contradiga dicha tesis, las palabras de su hermano Santiago Escobar y su amigo J.J. Galeano lo confirman, así mismo su relación con sus compañeros de juego, con los hinchas de Nacional, con los de otros clubes y de la selección Colombia, con los niños con los que se veía codearse con altiva felicidad, con su alegría al marcar cada gol con ese característico salto puño arriba, con toda esa felicidad que demostraba al jugar al fútbol. Así fueron los 27 años del elegante y espigado defensor zurdo portador eterno del número 2.

Aun siendo Andrés un jugador y ser humano intachable, la Medellín que se llevó casi a toda una generación de jóvenes en los años noventa también se lo llevó a él, sumergida en una cultura mafiosa del “todo vale”, del sicariato y del narcotráfico, donde cualquiera se delegaba el quitarle la vida a otro, así se nos llevaron a Andrés, esa noche cuando el caballero exigió respeto, no sabía a quién se lo exigía y allí cayó bajo la sentencia de  “usted no sabe con quién se está metiendo”.

La muerte de Andrés pudo haber sido una muerte más, pero no lo fue precisamente porque fue Andrés, como planteó Francisco Maturana sobre su asesinato:

Hay que reconocer que era un momento difícil de Colombia como país. Era un tema social, no deportivo. Entonces aparece este suceso y hay gente que lo quiere asociar, a decir que fue por el Mundial. ¡Pero no! Fue una discusión que le podía pasar a cualquier colombiano en un momento de intolerancia donde no se discutía, sino que se peleaba. Y no se peleaba a golpes, sino el primero que sacara el revólver. Y Andrés tuvo la mala suerte de estar en el sitio equivocado a la hora equivocada. Pero era uno de los iconos del momento. Pero ese día seguramente mataron no sé a cuántos médicos, cuántos odontólogos, cuántos periodistas… y no trasciende, porque no trascendía a la altura de lo que pudo trascender Andrés. Y se quiso mezclar eso. Eso no tiene sentido porque la única conexión es el motivo de la discusión, pero no fue una cosa programada porque no hicimos esto, aquello o porque no ganamos. No. Era el momento del país donde cualquiera podría haber muerto.[1]

Cuánta razón en las palabras de “Pacho”. Ese 2 de Julio la familia Escobar Saldarriaga lloró la pérdida de uno de sus hijos, y alrededor de ella cientos de familias han llorado a sus hijos por su labor social, política, cultural y deportiva, por cometer un error o por pensar diferente; lo de Andrés no fue algo programado, pero si premeditado, el gatillero estaba presto a disparar a quien fuera necesario y esa anoche fue contra el hombre que cometió un error jugando al fútbol.

A la memoria de Andrés Escobar veinticuatro años después de su muerte. A su familia y a los seguidores del fútbol que lo recuerdan, a los muchos otros futbolistas y deportistas asesinados en Colombia y de nuevo al caballero del fútbol, cómo lo narró Munera Eastman en el gol de Juan Pablo Ángel en la final de 1994 “gol para Andrés Escobar que aplaude desde el cielo”.

Los goles de Andrés Escobar:

*Jorge Luis Vélez Agudelo es Politólogo de la Universidad Nacional de Colombia y colaborador con Colombia Informa.

**Este texto fue escrito originalmente en 2014 con el propósito de conmemorar la vida de Andrés Escobar Saldarriaga a los veinte años de su asesinato.

[1] LA ENTREVISTA:  Maturana: «Lo de Andrés pudo pasarle a cualquier colombiano»: http://es.fifa.com/worldcup/news/y=2013/m=11/news=maturana-andres-pudo-pasarle-cualquier-colombiano-2222252.html