21 jun. CI.- Las Consultas Populares que ha vivido el país durante los últimos dos años se han convertido en una piedra en el zapato para el modelo económico minero-energético de Juan Manuel Santos, sin embargo también se posicionan como un componente fundamental para la profundización y fortalecimiento de la democracia en Colombia. 

La voluntad popular es clara

El 4 de junio la población del municipio de Cumaral, en el Departamento del Meta, se volcó a la plaza principal a celebrar su victoria en la Consulta Popular que definía el inicio del extractivismo petrolero en su territorio. La ciudadanía había respondido a la pregunta: “¿Está usted de acuerdo, ciudadano cumaraleño, con que dentro de la jurisdicción del municipio de Cumaral (Meta) se ejecuten actividades de exploración sísmica, perforación exploratoria y producción de hidrocarburos?” El resultado fue 7475 No y 183 Sí.

La masiva votación se puede explicar, en parte, por el arduo e incesante trabajo de base que llevó a cabo la población durante más de cuatro años. Sin distingo de ideologías o creencias, se organizó el municipio con un objetivo claro: defender el territorio y continuar con su histórica vocación agrícola y recientemente turística. Las y los cumaraleños entendieron que la bonanza que les ofrecían era pasajera, en contraste a los daños de los recursos naturales que sí son permanentes.

La necesidad de alcanzar el umbral (5261 votantes) logró que los cumaraleños hicieran fila en los puestos de votación desde la siete de la mañana el día de la Consulta. La solidaridad de otros municipios que han pasado por estos procesos de participación ciudadana o acuerdos municipales relacionados con el extractivismo (Cajamarca, Piedras, Cabrera, y el Quimbo, entre otros) significó un importante mensaje de unidad para cohesionar a la sociedad civil en pro de la defensa del territorio y la democracia directa.

Economía del desarrollo antes que la democracia

Ante la creciente exigencia civil de continuar con las Consultas Populares, el Gobierno y los medios masivos de comunicación han puesto la alerta ya que argumentan la continuidad del modelo de extracción minero-energético como una necesidad para superar las crisis económica en la que se encuentra Colombia. Las cifras del Ministerio de Minas y Energía y la Agencia Nacional de Hidrocarburos -ANH- revelaron que en el 2016 las reservas probadas de crudo disminuyeron y, de igual manera, la inversión extranjera.

Desde el Gobierno se ha resaltado la importancia de que la explotación minera sea una actividad controlada y regulada de manera responsable. Sin embargo, estas afirmaciones evidencian la ausencia de una idea que está implícita en las posibles soluciones: la transición hacia otras energías más limpias y la necesidad de invertir en el campo colombiano.

Los municipios que han dicho No al extractivismo, no solo dan la negativa a la industria petrolera, también afirman la necesidad de profundizar su vocación agrícola, cualificar a los campesinos y dotarlos de tecnología. Asimismo, la población ve con preocupación la cooptación de la vida por parte de las multinacionales minero-energéticas y el daño ambiental que ocasiona la intervención desaforada en sus territorios, donde los costos han sido violentos no solo para el medio ambiente sino para la vida en sociedad que lo habita.

La disyuntiva entre “desarrollo” y “subdesarrollo” en el modelo socioeconómico colombiano parte desde la negación de nuestra riqueza territorial, cultural e incluso de nuestras mismas instituciones públicas. Así, el extractivismo representa un obstáculo para la economía campesina de la cual la población colombiana depende no solo en lo rural sino en las ciudades para existir.

Avanzar en torno a las necesidades de las personas que votaron por el No en Cumaral a la exploración y explotación petrolera invita al funcionamiento eficiente de las instituciones gubernamentales hacia cohesionar sus acciones en un modelo de desarrollo económico ambientalmente sustentable.

La próxima Consulta

El 9 de julio en Arbeláez 3600 personas deberán responder a la pregunta “¿Está usted de acuerdo sí o no con que, en el municipio de Arbeláez, Cundinamarca, se realicen actividades de sísmica, exploración, explotación y lavado de materiales de hidrocarburos y/o minería a gran escala?”. Los antecedentes son claros pero ¿la multinacional Australian Drilling Associates y el Gobierno respetarán la voluntad popular?

CI AC/PC/21/06/17/19:33