4 dic. CI. El 19 de agosto de 2011, el patrullero de la policía Wilmer Antonio Alarcón disparó contra Diego Felipe Becerra, un joven grafitero de 17 años que se encontraba cerca del puente de la Calle 116 con Avenida Suba, en el noroccidente de Bogotá. En ese momento las autoridades aseguraron que Becerra estaba robando un bus, hoy esa teoría está descartada y sin embargo el caso continúa en la impunidad.

Diego Felipe tenía 17 años cuando salió con sus ‘parceros’ a pintar. Lo conocían como Trípido porque él, acostumbrado como todos los grafiteros a emplear un pseudónimo, pintaba en los muros de su barrio ese apodo, a manera de firma. Esa noche cargó su maleta con aerosoles e ideas, con ganas de mejorar sus trazos o simplemente con el deseo de plasmar su ‘tag’, nombre callejero para firma, en algún sitio.

Junto a un grupo de amigos caminó en dirección al puente de la 116 con Avenida Suba, donde acostumbraba ‘parchar’. Seguramente no se imaginaba que él, un joven de clase media y de la ciudad, iba a dejar su nombre en la larga lista de falsos positivos del país. El episodio es bien conocido: esa noche Diego, el Trípido,  fue impactado por la espalda con un arma de fuego, ante la indefensión y confusión de sus amigos.

El resto de la historia ha sido comidilla para periodistas y medios de comunicación pues revela una actitud sistemática de los cuerpos de seguridad estatal frente a las cifras de rendimiento.

Mucha policía…

Amenazas, encubrimientos, alteraciones en la escena del crimen, presiones y mentiras han caracterizado la actitud de la institución que protege a los ciudadanos.

En principio, intentaron señalar a Diego Felipe como responsable del robo de un bus. Esta acusación falsa se cayó. Nelson Giovanni Tovar Pineda, el subintendente superior de Wilmer Antonio Alarcón, confesó que esa noche recibió una orden directa de sus superiores para conseguir un arma de fuego “a como diera lugar” y así lo hizo para encubrir las acciones de su subordinado, lo que implicaba sin duda alterar las pruebas. Tovar asegura que asumirá su responsabilidad en los hechos.

Hoy el caso cuenta con medidas cautelares de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y hay avances jurídicos. Después de una lucha incansable de sus padres, se avanza lentamente hacia la verdad. Sin embargo, es incierta la cantidad de casos similares que quedan en el silencio, la impunidad y el olvido.

Recordar es volver a pasar por el corazón

Cada año, el Tejido Juvenil Nacional Transformando a la Sociedad -Tejuntas- realiza un festival para conmemorar la vida de Diego Felipe y, en su memoria, la de los miles de jóvenes que anónima y criminalmente son asesinados lejos de las cámaras de televisión o las portadas de los periódicos, aquellos que manchan de sangre las calles de la periferia de las ciudades.

El Tripido Fest, que nació en diciembre de 2011 y hoy es un festival distrital que en todas sus versiones ha tenido como sede  los barrios populares de Bogotá. Con este escenario se busca congregar con una buena selección de bandas y actividades para los jóvenes de la ciudad. El festival es a su vez una excusa para crear puentes que permitan el diálogo entre distintos procesos locales, barriales y comunitarios que hacen vida en cada una de los barrios donde se realiza.

El Trípido también busca, por medio de la apropiación del espacio público, generar espacios contraculturales donde los jóvenes puedan expresarse más allá de los márgenes de la cultura dominante.

Este 5 de diciembre el festival llega a su quinta versión y contará con la participación de bandas musicales, realización de talleres y proyección del documental sobre el caso y la vida de Diego Felipe Becerra.

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CI MP/MP/4/12/2015 12:30