7 dic. CI.-El Carnaval por la Vida Digna, organizado por la Mesa Interbarrial de Desconectados, se celebra este año por novena vez consecutiva en la ciudad. El evento se propone como un ejercicio contracultural para la autoconstrucción y el autorreconocimiento de los barrios.

El Carnaval surge hace nueve años en el marco de la situación que vivían unas 120 mil familias que no tenían energía eléctrica en la ciudad mientras que se invertían grandes cantidades de dinero en el alumbrado público dicembrino.

“Fue una forma de protesta frente a un gasto que a nosotros nos parecía oneroso; EPM mejoraba mucho su imagen frente a la ciudad, pero ocultaba que tras una fachada de luces que enceguecen había una realidad que eran los desconectados de la ciudad de Medellín”, expresa Javier Sánchez, integrante de la Mesa.

En el año pasado -2016-, según Javier, se invirtieron 15 mil millones de pesos en la instalación del alumbrado público para la época de diciembre. Cifra que desconoce un número de 36 mil familias que hasta la fecha continúan sin energía eléctrica en sus casas.

Sin embargo, el Carnaval no solo busca reivindicaciones en cuanto a esta situación. Junto con la trayectoria histórica de la ciudad y de la Mesa Interbarrial, se han ido anexando nuevas temáticas como el derecho a la vivienda digna, la autoconstrucción del barrio y de la memoria. Todo lo anterior concebido desde las escuelas de la Mesa Interbarrial que se han propuesto entender, de manera integral, cómo funciona la ciudad, cuál es su historia, así como cuáles son sus dinámicas de exclusión y segregación. 

Así pues, con el fin de denunciar las diversas problemáticas y en búsqueda de la unidad en la lucha, diferentes organizaciones se han vinculado a la iniciativa, desde el aporte de ideas hasta colaboración en la organización del evento. Actualmente se encuentran vinculadas 46 organizaciones y se suman a la convocatoria aproximadamente doce barrios de la ciudad; “es el número de barrios que nosotros convocamos, pero sabemos que hay otros que también se vinculan”, afirma Javier.

Las actividades giran, principalmente, en torno a lo cultural; sin embargo también se realizan foros y talleres abiertos al público para discutir las diferentes temáticas urbanas. Es así como se propone generar una mirada alternativa sobre el territorio, construir significados fuera de la lógica hegemónica y promover la apropiación popular del espacio que se habita. Así como señala Javier: 

“El carnaval mueve una contracultura que busca que dentro de esos eventos se puedan hablar cosas que no se hablan cuando los poderosos están presentes, cuando nos dicen qué significa la ciudad, para quién la ciudad y cómo habitarla”.

Este año, al mismo tiempo en que se cumplen 50 años desde que se instaló el alumbrado decembrino por primera vez en la ciudad, se llevará a cabo la novena versión del Carnaval; de esta manera se mantiene vigente la problemática de una ciudad que, mientras enciende las luces hacia afuera, a algunas comunidades que la habitan las mantiene en la oscuridad.

 

CI LF/ND/07/12/17/14:30