Bogotá, 14 dic. CI.- Reconstruir la vida de un futbolista muy querido en el Deportivo Independiente Medellín que terminó sus días deambulando como fantasma por las afueras del estado del Racing Club: esa es la obsesión que trajo a Colombia al periodista Alejandro Wall. Autor de dos libros emblemáticos del nuevo periodismo deportivo en Argentina, la vida de Omar Orestes Corbatta se convertirá en su tercera publicación, que espera se edite también en Colombia. En su paso por Bogotá dialogó con Colombia Informa sobre la falta de compromiso social de los futbolistas, si existe o no el periodismo deportivo de izquierda y la “catástrofe” que significó el 5 a 0 del 93.

 C. I.: Hace algunos meses estuvo Diego Maradona en Colombia, promoviendo junto a otros exfutbolistas un partido a favor de las negociaciones de paz. ¿Cómo ve esa participación de deportistas en cuestiones sociales o políticas?

A. W.: Siempre se remarca lo de Diego. A mí me gusta mucho más que sea así y no que sea un prescindente, que vea las cosas de lejos. Le podrán decir muchas cosas, pero Diego eligió a Hugo Chávez en su momento, a Fidel Castro. Creo que es un personaje muy central y muy importante para masificar un mensaje, al margen de las contradicciones que tiene Diego, que todos conocemos.

Cada vez que un futbolista o que un personaje del deporte famoso se involucra en una causa, esa causa toma una masividad, llega más allá, y me parece muy importante que lo hagan. Por ejemplo, hay una revista en Argentina que se llama La Garganta Poderosa, que trata de mostrar a personajes de la vida pública y del deporte, como a Ángel Di María, un jugador del París Saint Germain y de la selección, que pide por la urbanización en las villas [barrios populares]. Eso es muy potente, no solamente para quienes reclaman urbanización en las villas, sino para que llegue ese mensaje a la sociedad. 

C. I.: ¿Conoce casos de futbolistas colombianos que asuman compromisos públicos a ese nivel?

A. W.: No los he visto. Hay una reivindicación de ese personaje en Teo Gutiérrez, pero es una reivindicación más barrial, más territorial, de Barranquilla, la relación con su abuela… Pero otros niveles de compromiso, sinceramente desconozco si eso sucede. Creo que tiene que ver con esa característica que te decía: el futbolista está mucho más allá de la realidad social, y tiene un costo involucrarse. Por eso es importante lo de Maradona. Ahora, en cuanto a si el futbolista colombiano se involucra o no, la pregunta sería: ¿hay periodistas que le preguntan sobre estas cuestiones, o solamente le preguntan sobre lo que pasa en la cancha o la polémica en el vestuario? Puede ser que el futbolista no diga nada, no le interese, quiera irse a la casa. Pero es una cosa de a dos. Tal vez la tarea de una parte de los periodistas deportivos en Colombia sea tratar de involucrar su labor a cuestiones sociales.

C. I.: ¿Cómo ve al periodismo deportivo en Colombia?

A. W.: Hay cosas del periodismo deportivo en Colombia que me parecen interesantes, ciertos manejos del lenguaje… después en otras cosas tienen los mismos vicios que el periodismo deportivo en Argentina. Uno observa que hay cierto periodismo amarillista, o polemista, que se queda siempre en la superficie, que ataca a un entrenador porque tal vez le cerró las puestas del vestuario, o porque dejó de lado el amiguismo. 

Creo que haría falta una gimnasia de contar más historias. Hay periodistas muy buenos, como Nicolás Samper o Fernando Araújo Vélez, que en su momento escribió un libro llamado Pena máxima, realmente interesante, entre la relación del fútbol colombiano y el narcotráfico. También encontrás buenos cronistas por fuera del periodismo deportivo, como Alberto Salcedo Ramos, que escribió la historia de [el boxeador Kid] Pambelé, que es una historia maravillosa. Hay que buscar, yo admiro a muchos de los cronistas colombianos.

C. I.: En Argentina se buscó democratizar la actividad periodística y la propiedad de los medios a través de una ley. ¿Esa democratización influyó en el periodismo deportivo?

A. W.: Más que la ley de medios, la discusión en sí misma abrió un camino para el periodismo muy interesante de explorar. Muchos periodistas comenzamos a discutir más sobre el oficio, sobre contenidos. Empezamos a entender que la organización gremial de los periodistas, de los trabajadores de prensa, no solamente era para defender nuestras condiciones de trabajo sino también para defender el derecho a establecer qué publicar y qué no, tratar de discutir y tensionar con las patronales periodísticas qué contenidos se publican. Eso en los últimos años en Argentina se hizo muy presente. En cuanto al periodismo deportivo veníamos de dos décadas de un monopolio muy concreto, de Torneos y Competencias y el grupo Clarín, en relación a los derechos sobre los torneos de fútbol. Quien no trabajaba dentro de ese conglomerado era una suerte de marginal o estaba por afuera. La ruptura del contrato con ese monopolio por parte del gobierno y la creación de Fútbol Para Todos, si bien tuvo muchas deficiencias, abrió el juego, instaló una discusión sobre cómo hacer periodismo deportivo que no implica solamente quedarse en lo que suceda dentro de la cancha en los 90 minutos, sino ver todos los intereses que se juegan, en lo político, en lo económico. En el último tiempo esa cuestión influenció mucho en el periodismo deportivo.

Esto tiene que ver con lo que hablamos antes: ¿por qué Di María habla de las villas? Porque alguien se lo pregunta. Hay un periodismo que no se lo pregunta, que sólo le pregunta si está contento en el PSG y si va a jugar el domingo. Pero bueno, ese otro es el periodismo que me interesa, el que va mas allá del fútbol. El fútbol es un mundo de silencios, el deporte en general es un mundo de silencios donde el futbolista tiende a no comprometerse, a mirar con anteojeras su vida, estar en hoteles encerrado. Por eso cada vez que uno sale un poquito más allá es valorable, hay que aprovecharlo, escucharlo.

C. I.: César Luis Menotti, técnico de la selección argentina campeona del mundo en el 78, dijo que había un fútbol de izquierda y un fútbol de derecha. ¿Hay un periodismo deportivo de izquierda o de derecha?

A. W.: Menotti lo decía por un estilo de juego. Yo tiendo a creer que el periodismo deportivo de izquierda es el que intenta buscar respuestas o hacerse preguntas más allá del resultado, va contra las corporaciones. El periodismo deportivo pone mucho el foco en los dirigentes, pero se pone mucho menos el foco en los privados, que son los que hacen los grandes negocios. Los representantes, los empresarios, son los grandes invictos del fútbol. Incluso a muchos ni se les conoce la cara. Uno podría entender que el periodismo de izquierda es ese que pone el foco y desenmascara a las corporaciones, a los empresarios. En cuanto a lo futbolístico, el periodismo de izquierda debería ir más allá del resultado. Por supuesto, hay muchos periodistas que se reivindican de izquierda y que, sin embargo, tienen una mirada más resultadista del asunto, siempre estamos en esa tensión.

Yo creo que sí, dentro de los medios de comunicación tiene que haber una mirada de defensa del modelo de clubes como asociaciones civiles, de las condiciones en que los hinchas ven fútbol… por supuesto, tiene que haber un periodismo de izquierda.

Cinco a Cero

C. I.: ¿Cuál fue la mejor selección de Colombia, la que goleó a Argentina en el 93 o la del último mundial?

A. W.: Creo que hubo una selección mejor que esas dos: la del 90. Toda esa camada, aquel partido contra Alemania, con Colombia jugando un gran fútbol, esa fue la base de lo que después fue la selección del 5 a 0. Ese fútbol a mí me maravillaba. La actual tiene sin dudas grandes jugadores como James, que todavía es un jugador muy joven que tiene muchísimo por recorrer, pero para mí la del Mundial 90, y la de ese 5 a 0 en el 93, fue una selección sensacional. Puesto a elegir yo me quedo sin duda con El Pibe Valderrama, Freddy Rincón, El Tren Valencia. Al margen de que me cae muy bien la selección de Pékerman, aquel estilo de juego es incomparable.

C. I.: ¿Qué sensación recuerda de aquel 5 a 0?

A. W.: De catástrofe, fue una sensación de catástrofe. A mi me interesa mucho ese 5 a 0. Tiene que ver con esa cuestión del resultado y el resultadismo, y cómo actúa eso. Hay trabajos de periodistas colombianos que han abordado cómo actuó el periodismo después de ese resultado, con un exitismo muy fuerte, y que de algún modo terminó en el derrumbe que significó el mundial 94… Ese 5 a 0 es un corte muy fuerte dentro de lo que significó el fútbol argentino, no solamente porque cambió la forma de mirar a Colombia. Hoy Argentina juega contra Colombia y la mira con otro respeto. Ese 5 a 0 marcó también muchas cosas: el regreso de Maradona a la selección, y que desde ese 93 en adelante la Argentina dejó de ganar. Hasta el subcampeonato del mundo del año pasado en Brasil, la Argentina previo al 5 a 0 había obtenido copas América, dos campeonatos del mundo, pero después de eso Argentina no pasaba de cuartos de final.

Tras los pasos de Corbatta

C. I.: ¿Qué lo trajo a Medellín?

A. W.: Estoy reconstruyendo la vida aquí de Orestes Omar Corbatta. Fue un futbolista mitológico en Argentina, porque Corbatta significaba la gambeta, que con el potrero son como las patrias del fútbol argentino, los grandes mitos. Corbatta fue un wins derecho que al igual que otros wines derechos como Garrincha, como Houseman, tuvo problemas con el alcohol. Corbatta era analfabeto y murió muy pobre, a pesar de haber jugado en la selección, en Racing, en Boca, y en el Deportivo Independiente de Medellín a fines de la década del 60, donde se dieron las últimas grandes actuaciones de Corbatta en una cancha de fútbol. Lo último mejor que brindó lo brindó en Medellín. Me interesaba mucho saber qué había sido de él. Se cuentan muchas historias en Buenos Aires de lo que fue él en Medellín al margen de lo que pasó en la cancha, qué le pasó a ese hombre en su vida cotidiana, en su día a día, en su vida de vecino. Qué le pasó a ese hombre para que después de regresar de Colombia, por eventuales cuestiones familiares, haya terminado derrumbado, viviendo debajo de las tribunas de Racing, en un vestuario visitante, viviendo como zombie en los alrededores de la cancha.

C. I.: ¿El libro se va a editar en Colombia?

A. W.: Ojalá, me encantaría, porque Colombia es una parte importante de esta historia. Mucho tiempo después, cuando le mencionaban a Colombia, al DIM, se ponía a llorar de la emoción. Sería justo para él que el libro pueda conseguirse acá.

CI PF/PF/14/12/2015/13:50