25 feb, CI.- Entre los años 1968 y 1971 el mundo fue espectador de la fortaleza de la movilización estudiantil. El mayo francés, la insurrección estudiantil mexicana fatalmente culminada en Tlatelolco, y el Cordobazo argentino dejaron huella en la historia de la protesta popular.

Algunas de las banderas de la época fueron el rechazo ante el ingreso de las fuerzas represivas del Estado a los campus universitarios, la reivindicación de la autonomía universitaria y estudiantil, la creación de normas y una gobernanza efectiva entre estudiantes y profesores de las instituciones educativas en función del servicio de proyectos de cambio social.

Todo esto sucedió en medio de un clima tenso, ratificado por la interventora Estados Unidos y el reciente triunfo de la revolución cubana, el auge de colectivos y movimientos de izquierda, la teología de la liberación refrendada en la conferencia episcopal de 1968 en Medellín y las luchas internas de los países latinoamericanos en busca de un ejercicio de poder liberador y democrático.

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El programa mínimo de los estudiantes

En vísperas del fin del Frente Nacional, durante la presidencia de Misael Pastrana Borrero (1971), un grupo de estudiantes de la Universidad del Valle organizaron sendas protestas rechazando la intervención internacional, particularmente la estadounidense, en los programas de investigación.

Los aparatos represivos del estado cobraron la vida de 15 de los estudiantes que participaron en las protestas y fue decretado el estado de sitio, táctica con la cual se ponían en suspenso las libertades individuales y se ejercía la represión estatal por fuera de los márgenes de la ley, pero con aprobación de la misma.

Las detenciones arbitrarias, amenazas y enfrentamientos directos con la policía se tornaron comunes, así como la organización estudiantil cada vez más fuerte. Los colectivos de estudiantes empezaron a reunirse clandestinamente para estudiar la realidad del país y delimitar los pasos a seguir en sus reivindicaciones.

De estas sesiones y de la agrupación de los movimientos de universidades públicas de todo el país, surgió el programa mínimo de los estudiantes.

En él se sintetizaron las propuestas y exigencias nacionales, marcadas por el cogobierno, a la representatividad en los órganos directivos, el retiro de los representantes del clero en las universidades y el rechazo a la intervención de los Estados Unidos en la educación pública a través de la financiación de instituciones educativas y programas de investigación.

Acto seguido, el estudiantado fue perseguido y reprimido debido a sus capacidades críticas , debilitando así al movimiento.

Queda de él, sin embargo, la memoria de quienes cayeron y la afirmación de una noción política de la Universidad Pública, su gobierno y su influencia en la sociedad.

El viernes 26 de febrero de este año se cumplen 50 años de la masacre de los estudiantes de la Universidad del Valle que detonó la protesta estudiantil en todo el país.

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En esta fecha se conmemora la pervivencia del espíritu crítico en las universidades y se reivindica la acción colectiva y pública, aun cuando se le presenten achaques administrativos y represiones policiales y paramilitares.

Como acto conmemorativo se realizarán dos jornadas virtuales desde las 11:00 a.m. hasta la 1:00 p.m. y desde las 4:00 p.m. hasta las 6:p.m. En ellas se contextualizará acerca del contexto histórico del movimiento estudiantil en México, Argentina y Colombia, sus experiencias y proyecciones. Asimismo, se profundizará en el proceso colombiano de 1971 con ponentes nacionales e internacionales que participaron de los movimientos.

El encuentro será retransmitido a través de la página de Facebook de Colombia Informa.

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