1 may. CI.- El 1 de mayo se conmemora en todo el mundo el Día Internacional de la Clase Obrera. Su origen data de 1886 en Chicago, Estados Unidos, donde miles de obreras y obreros desataron multitudinarias huelgas para exigir condiciones laborales dignas para ellos y sus familias, frente a la grave explotación que sufrían a manos de los dueños de las empresas. La respuesta gubernamental y empresarial contra la rebelión fue la represión.

La Revolución Industrial a finales del siglo XIX, permitió el desarrollo del capitalismo, a costa de la explotación de millones de personas. Bajos salarios, jornadas laborales de 14 y 18 horas diarias, ausencia de salud y pensión para los trabajadores y un sinnúmero de abusos fueron cometidos por los dueños de las fábricas de la época.

A pesar de que el presidente norteamericano, Andrew Johnson, había promulgado una ley que establecía 8 horas diarias de trabajo, en la práctica no era aplicada, pues los patrones se aprovecharon para obligar a los obreros a trabajar entre 14 y 18 horas.

Ante el incumplimiento de la ley, las organizaciones obreras y sindicales convocaron a la huelga para el 1 de mayo de 1886. Los medios de la época rechazaron las reivindicaciones obreras y desde la prensa condenaron la lucha de los trabajadores incentivando la violencia y la represión.

Al menos 200 mil personas iniciaron la manifestación en Chicago y la continuaron hasta el 3 de mayo. Otros 200 mil trabajadores consiguieron las  8 horas solo con anunciar la medida pero sin entrar al cese de actividades. La represión policial se incrementó fuertemente contra los manifestantes durante estos días. El 2 de mayo, la policía disolvió con violencia la protesta de 50 mil personas. Los dueños de las empresas buscaban mantener la producción con el uso de los rompehuelgas o esquiroles, pagados por ellos para sabotear a los proletarios, quienes se defendieron. La policía disparó contra los manifestantes y asesinó a seis obreros.

Los trabajadores convocaron el 4 de mayo de 1886 a una nueva marcha para rechazar la represión policial y los asesinatos. Más de 20 mil trabajadores participaron de la revuelta de Haymarket Squar. Durante los hechos explotó un artefacto que mató a un policía. Las autoridades dispararon indiscriminadamente contra los manifestantes y asesinaron a varias personas.

En adelante, la policía inició una escalada represiva, capturó a miles de obreros a quienes acusó de la muerte del oficial; los capturados fueron golpeados y torturados. Por su parte, los medios masivos de comunicación de la época incentivaron la represión contra los trabajadores; sin ninguna prueba, la prensa acusó a ocho anarquistas y a distintos representantes del movimiento sindical obrero. Las capturas y golpizas continuaron durante los días siguientes.

El juicio iniciado contra Samuel Fielden, Oscar Neebe, Michael Schwab, George Engel, Adolf Fischer, Albert Parsons, August Vincent Theodore Spies y Louis Lingg, resultó ser un juicio amañado con intereses políticos para afectar al movimiento obrero. La prensa exigía que fueran ahorcados y todas las garantías procesales de los acusados fueron ignoradas a propósito. Como era de esperarse, los acusados fueron considerados culpables.

El 11 de noviembre de 1887 fueron finalmente ahorcados el tipógrafo George Engel, el carpintero Louis Lingg, los periodistas Adolf Fischer, August Vincent Theodore Spies y Albert Parsons (aunque se demostró que este último no estuvo en el lugar de los hechos).

El obrero textil y pastor metodista Samuel Fielden fue condenado a cadena perpetua, al igual que el tipógrafo Michael Schwab. El vendedor Oscar Neebe recibió 15 años de trabajos forzados.

La tragedia de los mártires de Chicago y las decenas de personas asesinadas durante la jornada del Primero de Mayo es conmemorada mundialmente por los trabajadores, sindicalistas, anarquistas y comunistas en todo el mundo.

«Lo malo es que millones solo logran ganar su modesto vivir gracias a un fatigoso trabajo que los arruina corporalmente y los deforma mental y moralmente; que incluso tienen que considerar como una suerte la desgracia de haber encontrado tal trabajo».

Karl Marx.

CI FC/DM/01/05/2017/9:00